28.4.11

Zombie.

Lentamente iban saliendo del agua a pasos renqueantes,  con sus carnes putrefactas y su verdosa piel pegada a los huesos. No se me ocurre por qué, pero mientras yo dormía ellos habían despertado. Levantándose de Estigia, caminaban hacia un calizo muro, tal vez de alguna fortificación antigua.

Mi atención se centró en dos de estos individuos, seguramente en vida habían sido apuestos y diferentes, pero ahora en la muerte no era capaz de diferenciar los rasgos de sus caras, con los ojos blanquecinos hundidos en rostros inexpresivos e inertes. Uno de ellos llevaba una especie de cachiporra en la mano, y azotaba con ella a todo aquel que estuviese a su alcance, incluso a su amigo.

Me di cuenta de que empezaban a conversar, no eran más que gruñidos y gemidos, pero por alguna extraña razón podía entender lo que decían.

-¿Cómo lo llevas?
-Bien, ya sabes, para estar muerto y eso...
-¿Y el Demonio?
-¿Demonio?
-Bueno, llevamos al Demonio en el cuerpo... de hecho, vamos a sacárnoslo.
-Pues yo no había notado nada...

Llegaron a la máquina quita-demonios, que no era más que una gran estaca de madera anclada en el suelo con un gran clavo a la altura de la cabeza. Los zombies se acercaban al clavo y, con un golpe seco, golpeaban su frente contra él para que se les incrustase en la testa. Están locos estos zombies, pensé, pero admiré eso de respetar la cola, y que todos ayudasen a retirar los cadáveres que se iban quedando colgados del clavo. Al fin y al cabo, no son mala gente, solo tipos feos con mal aliento.

1 comentario:

Lobo de Bar dijo...

Seguro que muchas tías piensan que todos los tipos feos con mal aliento deberían hacer lo mismo que estos zombies suicidas.