2.8.11

La Carpa dorada.

¡Cuánto añoro a mi vieja carpa dorada!

Brillaba en el fondo de mi barriga tornada en pecera. A veces brincaba de puro júbilo. Otras veces cerraba sus ojos grises y ocultaba su rostro entre unas aletas frías y apagadas.

Tal vez no se haya ido. Tal vez se oculte entre las rocas, entre las algas o mis rótulas. Detrás del cerebro, donde no puedo mirar. ¿Pero por qué? ¿Acaso no le he dado de comer suficientes palabras? ¿No se llena la tripa con Bukowski, Amis o Poe? ¿No está más a gusto con el cielo blanco y el fino orbayo?

Quizá esté dentro de mis ojos, porque hace tiempo que puedo mirar cualquier cosa y verla graciosa.

Rabi Khan

Mi pez no necesita una cárcel de palabras bonitas. No necesita que le llame de otra forma pues él bien sabe que es un Pez naranja. No necesita ser una carpa dorada.

Bueno, sé que no anda lejos. Que volverá en cuanto se aburra de explorar todo aquello, ya sabes, que la mirada que se te devolvía te siga cuando ya has girado la cabeza…    

1 comentario:

Meme dijo...

La mía también se fue, hace tiempos inmemoriales ya...