11.2.13

Finalmente desaparezco en un pozo seco.

(...) Lo que habría que decir sobre todo es que el tiempo pasa. Y nada más. Que se va yendo poco a poco por todas partes. Y quizá hasta decimos que llueve o que hace sol pero sólo por decir algo. El tiempo, ¿sabe usted?, es algo que está pasando sin detenerse. Es decir, llega el día y luego la noche, y así sucesivamente. Así es, más o menos... Por lo tanto, en sustancia, hay poco que decir.

(...)

»El tiempo se oye pasar. —Y se detuvo para mirarme—. Yo sostengo que el tiempo se oye pasar, pero bajo, bajísimo. Apenas se deja oír, y cuando no hay ruidos. Y emite como un silbido, un silbido que procede de todas partes. Se oye, por ejemplo, en el sótano, y se oiría estando bajo tierra; o de noche, si es tarde. Es un silbido que hace el aire, y no se oye enseguida, sino estando quieto, al cabo de un rato. Y creo que significa que el mundo sigue adelante o sólo que está ahí, en marcha, girando.
»Y aplicando la oreja a un vaso se oye realmente ese silbido, aunque más concentrado.
»Esto es algo que, en mi opinión, deberían oír, por ejemplo, los charlatanes y asimismo los que se autoestiman y van proclamando por ahí su pensamiento a diestro y siniestro. Yo les diría: "¡Escuchad el silbido del tiempo! ¡El tiempo no sabe ni siquiera quiénes sois!"


Ermanno Cavazzoni (El poema de los lunáticos)

2 comentarios:

Schmetterling! dijo...

¿El tiempo? ¿Pero ese quién es?

ἀπόκρυφος λήθης dijo...

Y dura hasta ahora, lo demás es cuento, invento.