El truco es “olvídate”, deja de pensar, y creo que funciona.
Yo no sé hacerlo demasiado bien, pero al menos lo intento. Todos podemos mirar a la luna y pensar “la he visto más brillante” o, en cambio, decirnos que jamás veremos otra tan bella, ni peor, simplemente otra, y que siempre será una cara que nos sonríe en la oscuridad y no una simple roca flotando en el cielo.
Tal vez lo que me asusta es que olvidarme así, sin más, es como anular el sueño, afirmar que nunca será real; y eso es lo que no quiero.
Hay cercas de alambre por todas partes, no encuentro un sitio donde mi mente pueda descansar.
Me basta con ver vuestros ojos felices, y espero escupir el veneno que hay en los míos y luego echar tierra encima, pues me quema en las pestañas y no me deja colgar de ellas las historias que quisiera contarte algún día.
Algún día podré mirar de nuevo a la luna y sonreiré pensando en todos los momentos en los que lo pasé mal sin necesidad.

Desde mis canas todavía estoy aprendiendo que pasarlo mal sin necesidad es un idiotez solemne. Qué afición tenemos por complicarnos la vida, leche!
ResponderEliminar