22.7.11

Con los pies en el aire y la cabeza en el suelo.

¿Dónde está? ¿Dónde tengo la cabeza?

Hace tiempo estaba perfecto, únicamente dos preocupaciones, quizá tres. Bueno, tampoco se puede decir perfecto, pero iba bien, estaba a gusto. A gusto con mis notas en la pared frente a mi escritorio, con mis anaqueles llenos de libros que iba leyendo poco a poco, mi trono de mimbre... las ideas estaban flotando ante mis ojos atraídas por la luz de mi lámpara y conseguía atraparlas con los dedos desnudos sin apenas esfuerzos.

Ahora no estoy mal, ni mucho menos... sigo bien, pero en otro sentido. Es como... ¿quién soy ahora? No me siento el mismo. Las notas de la pared se van marchitando, los libros acumulan polvo entre cada una de sus páginas y mi trono... bueno, mi trono sigue siendo el mismo, pero las ideas parecen haberse ido volando por la ventana y la lámpara no encuentra el reclamo adecuado para hacer que vuelvan. Sólo consigo un par de líneas cada cierto tiempo, más tiempo del que me gustaría.

¿Quiero cambiar mi vida? ¿De verdad? ¿No estaba bien antes? ¡Pero si es lo que yo quería tener!

(...) Tengo lo que quería tener y no lo siento.


¿Dónde tengo la cabeza?

Sigo creyendo que mi pájaro es más feliz en la jaula, junto al pez que habita en mi barriga.
Cuando no tengo paz, amor, felicidad ni dinero, no sé por qué lloro si, en el fondo, es lo que quiero. 
Rafael Lechowski
 

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