—Sólo digo que
el futuro, visto desde estos ojos guasones, es escalofriante de veras. En
serio, me da miedo. Pienso en todas esas cámaras de vigilancia y ordenadores y
en los móviles inteligentes y me viene a la cabeza un gran mapamundi
electrónico con lucecitas indicando la posición de cada consumidor u ovejita o
como quieras llamarlo. No hace falta más que ver la cantidad de coches y
máquinas que hay, y todas esas fábricas mastodónticas en las que nadie sabe qué
se fabrica más que humo ponzoñoso que hace que el aire se vuelva gris. Puede
que sea un loco catastrofista temeroso del apocalipsis. Desde luego que no lo
hago por gusto ni me hace lo más mínimamente feliz el tener todo esto en mi
sesera como serrín mojado esparcido por aquí en la nuca. Porque me duele la
cabeza. Y Me pone triste pensar en las ballenas y en los elefantes. Me pone
triste que se esté destripando la tierra para sacar el sagrado desperdicio de
la Creación y que no crezcamos como plantas al sol aprovechando cada gota de
agua sin mancillarla agitados por las brisas tontainas así como en un bailoteo
de verano. Me pone triste que se corten árboles para hacer billetes. Y me pongo
triste al pensar en toda aquella gente que no vive en paz ni libre ni feliz. Tampoco
digo que no queden cosas buenas. No pasa un día sin que vea una sonrisa, aunque
sea por el rabillo del ojo. Siempre queda amor. Lo que digo es que tengo miedo
de que todo lo bueno que hay por acá y más lejos, que es mucho, se vaya al
carajo por culpa del todopoderoso no-sé-quién que arruina cuanto toca.
¿Qué esfinge de cemento y aluminio abrió sus cráneos y devoró sus cerebros y su imaginación? ¡Moloch! ¡Soledad! ¡Inmundicia! ¡Ceniceros y dólares inalcanzables! ¡Niños gritando bajo las escaleras! ¡Muchachos sollozando en ejércitos! ¡Ancianos llorando en los parques! ¡Moloch! ¡Moloch! ¡Pesadilla de Moloch! ¡Moloch el sin amor! ¡Moloch mental! ¡Moloch el pesado juez de los hombres! ¡Moloch la prisión incomprensible! ¡Moloch la desalmada cárcel de tibias cruzadas y congreso de tristezas! ¡Moloch cuyos edificios son juicio! ¡Moloch la vasta piedra de la guerra! ¡Moloch los pasmados gobiernos! ¡Moloch cuya mente es maquinaria pura! ¡Moloch cuya sangre es un torrente de dinero! ¡Moloch cuyos dedos son diez ejércitos! ¡Moloch cuyo pecho es un dínamo caníbal! ¡Moloch cuya oreja es una tumba humeante! ¡Moloch cuyos ojos son mil ventanas ciegas! ¡Moloch cuyos rascacielos se yerguen en las largas calles como inacabables Jehovás! ¡Moloch cuyas fábricas sueñan y croan en la niebla! ¡Moloch cuyas chimeneas y antenas coronan las ciudades! ¡Moloch cuyo amor es aceite y piedra sin fin! ¡Moloch cuya alma es electricidad y bancos! ¡Moloch cuya pobreza es el espectro del genio! ¡Moloch cuyo destino es una nube de hidrógeno asexuado! ¡Moloch cuyo nombre es la mente! ¡Moloch en quien me asiento solitario! ¡Moloch en quien sueño ángeles! ¡Demente en Moloch! ¡Chupa vergas en Moloch! ¡Sin amor ni hombre en Moloch! ¡Moloch quien entró tempranamente en mi alma! ¡Moloch en quien soy una conciencia sin un cuerpo! ¡Moloch quien me ahuyentó de mi éxtasis natural! ¡Moloch a quien yo abandono! ¡Despierten en Moloch! ¡Luz chorreando del cielo! ¡Moloch! ¡Moloch! ¡Departamentos robots! ¡Suburbios invisibles! ¡Tesorerías esqueléticas! ¡Capitales ciegas! ¡Industrias demoníacas! ¡Naciones espectrales! ¡Invencibles manicomios! ¡Vergas de granito! ¡Bombas monstruosas! ¡Rompieron sus espaldas levantando a Moloch hasta el cielo! ¡Pavimentos, árboles, radios, toneladas! ¡Levantando la ciudad al cielo que existe y está alrededor nuestro! ¡Visiones! ¡Presagios! ¡Alucinaciones! ¡Milagros! ¡Éxtasis! ¡Arrastrados por el río americano! ¡Sueños! ¡Adoraciones! ¡Iluminaciones! ¡Religiones! ¡Todo el cargamento de mierda sensible! ¡Progresos! ¡Sobre el río! ¡Giros y crucifixiones! ¡Arrastrados por la corriente! ¡Epifanías! ¡Desesperaciones! ¡Diez años de gritos animales y suicidios! ¡Mentes! ¡Nuevos amores! ¡Generación demente! ¡Abajo sobre las rocas del tiempo! ¡Auténtica risa santa en el río! ¡Ellos lo vieron todo! ¡Los ojos salvajes! ¡Los santos gritos! ¡Dijeron hasta luego! ¡Saltaron del techo! ¡Hacia la soledad! ¡Despidiéndose! ¡Llevando flores! ¡Hacia el río! ¡Por la calle!
—Allen Ginsberg.