Me acuerdo ahora de aquella vez en la que me desperté en una
tienda de campaña en el centro neurálgico del país, al menos durante aquella
época y en Nochevieja. Se me acercó un tipo viejo, y me preguntó que qué tal se
pasaba la noche en tal sitio –Pues bien-contesté-algo duro el suelo, pero bien.
-¿Sabes?-continuó-creo que esto está sirviendo de algo.
-Hombre, si tanta gente está saliendo a la calles es que
algo está cambiando.
-Y, fíjate, yo tengo 65 años y esto no lo he visto en mi
vida. Esto ha despertado muchas conciencias tranquilas, incluida la mía. Desde
que todo esto ha empezado los políticos ya no ladran tanto, ya no se ladran
tanto entre ellos.
***
Han pasado muchos soles ya desde aquel… muchas páginas de
Bukowski, muchas cervezas, Curtis Mayfield en moto, aquél escritor aburrido
inventando acertijos en noches de insomnio esperando al sol naciente. Pero nos
sentimos bien, como James Brown en campos de Aloe Vera, enfermos de amor con
Dylan ¡espera! No mires aún… si veo que te ves en mis páginas no podré
escribirlas.
Un galimatías, como cuando me vi reflejado en su espalda y
no vi mi rostro sino un desierto inmaculado de pálidas y suaves colinas.
Respiraba una brisa. Y aquel otro que se movía demasiado lento, demasiado
lento, valiéndose sólo para enhebrar agujas en un cómic de Ultraboy con casco
de sandía.
Entonces el futuro es muy turbio ¿verdad? Con todo ese rollo
de las naves y los trajes con luces, grabaciones de olas marinas y cartas de
amor anónimas, dínamos, Democracia 4.0 y el jinete de la alfombra mágica, roja,
para que Mary Anne pueda pasear con su largo y extraño pelo, da igual si por un
camino u otro, pues todos llevan al Danny’s Jazz Black Box en cama de agua.
Los hielos, sin embargo, no se mueven cuando giras el vaso,
y otra vez My Generation en el baño de cualquier bar, soñando con llaves negras
que se pelean en el parque y Howard en la hamburguesería Jamaica mientras me
duele la cabeza por la puta ginebra. No, Lorraine no es como en Heart full of
Soul aunque así lo haya escrito, craso error, como cuando aquél socorrista se
lanzó al agua para salvar a alguien sin haber esperado la media hora de la
digestión.
Demencia. Hablamos de bandejas del McDonald’s llenas de
sobras y patatas fritas rancias manchadas de kétchup reseco. Hablamos de que es
un cabrón el que te pide ayuda en una mudanza y no te invita ni a una cochina
cerveza. Hablamos de fútbol. De mi Dios Jäger mirándonos desde el cielo enarbolando
sus brillantes astas mientras la habitación desaparece y caigo y caigo…
Me veo otra vez en el bar rosa, Broken Glasses, bocadillos a
un machacante. Siempre todo fuera de contexto, como ganarle al váter, ya sabes,
cuando después de tirar de la cadena el muñeco sigue ahí con una sonrisa que te
dice 1-0.
Nos despedimos con un Hasta siempre, comandante, pero no sin
antes discutir sobre si las cosas no son tan fáciles o lo son demasiado.
¡Muevete! ¿Moverme yo? De momento, sólo sé empinar el codo con un algo y
llevármelo a la boca, porque los amores de verdad… nunca se cumplen. Lechowski
dijo que nunca digas nunca, pero nada es para siempre.
Así que… a estas alturas de la vida, sólo quiero escribir y
llenar la barriga, tomarme una cerveza en Tailandia mientras escucho La
Escalera al Cielo y me repito a mi mismo que ni los monstruos son tan feos, ni
las reinas son tan guapas.