31.10.11

El agua de los pinceles.


Creo que se llamaba Historias del Kronen o algo así. No lo he leído, y apenas puedo recordar bien su argumento… pero ahora me siento así. Una suerte de Sid Vicious que se sienta frente a una hoja en blanco cada madrugada, cuando el Sol aún está soñando con la blanca luna, mientras Sam Cooke nace con un piano junto al río bajo la sombra de un sauce, siempre manchada de luz.

Vivimos una época de estética y maquillaje. Ya no hay tribus, ni señas de identidad. Todos somos todo en el primer vistazo. Y eso es lo bonito… ahora debes conocer a alguien para saber quién es y no funciona el encasillarla en ninguna caterva maldita y elogiada.

Me recuerda al caimán alevín que cría en su lomo alas de mariposa verdes y púrpura y azul eléctrico turquesa y marino, con biseles dorados como chispas de fuego fatuo.

No te pedirán que evoluciones de esta forma, te dirán que  debes ser un fuerte caimán en la máquina, nadar más rápido y comerte a más peces que el resto de caimanes. Pero yo quiero mis alas de colores, y los peces tarde o temprano se comerán a los caimanes.


I got a Black Magic Woman, pero no sé cómo utilizarla. Tengo un humo gris que parecía arena, pero se me escapa entre los dedos y puedo ver como sube por el aire para perderse en cualquiera de las paredes. Tengo un bolígrafo, y tampoco sé si sé usarlo, oí que lo que pinta se clava en el enemigo, no quiero enemigos.

No te bebas el agua de los pinceles, es para regar los lienzos de colores.

No me apetece leer el periódico ahora. Me aburre. ¿Qué recuerdos guardo en mi (aquí, literariamente hablando, quedaría perfecto decir vieja, pero, con permiso del lector, me limitaré a decir que es una joven estantería) joven estantería? Me viene a la memoria Boris Vian escupiendo en vuestra tumba, la orquesta infantil de William Golding temerosa del Cerdo Napoleón de George Orwell. Quizá algún antepasado de Jean M. Auel cazando lagartos de Michael Crichton. Bukowski enborrachándose con Hunter Thompson y Kerouac a la salud de Edgar Allan Poe. Y muchos más tomos que ahora no acierto a recordar.

Me vi antes en una foto, no salgo muy bien, parece que tengo la cabeza sobre los hombros… debe de ser cosa de la obturación o algo de eso. También he de mirar los espejos de esta casa… a mi reflejo ya no le caigo bien y se dedica a imitarme con menosprecio cuando paso por delante. Hace tiempo que no hablamos, quizá desde que descubrí que el coloquio con las proyecciones de mis seres queridos era más nutritivo y le dejé algo de lado.

Me gustan esas calaveras mexicanas, las del bigote y afloradas cuencas oculares. Con laureados y coloridos maquillajes. Se las ve felices, aún muertas. Con tristes sonrisas doradas de dientes. Orquídeas sin vida de cal y yeso. Vasijas que antes fueron colmadas de sueños y que ahora yacen olvidadas.

29.10.11

La muerte del payaso.


se acabó la tragicomedia. se acabó el circo. yo lo he visto. mi maquillaje está reseco y se desquebraja en mi barbilla. ahogo mis penas en whisky y ginebra. el látigo del domador ya no chascará nunca más, los leones no lucharán y los tigres no rugirán. así que… bebamos todos por la muerte del payaso. la adivinadora de fortuna está muerta en el suelo. nadie la necesitará nunca más. el entrenador de insectos está agachado sobre sus rodillas buscando patéticamente a las pulgas fugadas.

así que bebamos todos por la muerte del payaso.


¿y quién era aquél payaso? ¿acaso era yo? tal vez yo sea nadie... y ella la adivinadora de fortuna. o quizá sea el domador que no consigue amansar a las fieras. sé sincera. no tenemos nada que hacer. yo soy el loco buscando pulgas fugadas. yo soy el circo. ¿soy el circo? ¿o ya se ha terminado? el dado no tiene razón. no la tiene tampoco otro trago. ni travis calzado en deportivas nuevas y sigilosas. no tiene razón nadie. son animales. lo somos, sí, no tenemos nada que hacer. estoy atrapado porque quiero irme sin equipaje pero tengo una maleta muy pesada entre mis brazos. una maleta que no quiero soltar. no, nunca. es la pequeña niña india que me pide que busque un libro que prestarle y no encuentro más que sudokus y guías televisivas.

no sería una mentira decir que es la canción más bella y más perfecta que he conocido. la canción más bella que en otra noche de insomnio y tenues luces neblinosas mr. tambourine me tarareó al oído. jamás podrás tocarla con esas ajadas cuerdas de guitarra. me dijo. pero nunca podrás olvidar su melodía. y quizá por eso beba… por la muerte del payaso.

me senté otra vez en el taburete de cualquier bar, con cualquier periódico a la luz de una cerveza. ¿cómo está el mundo? me preguntó mi pájaro AZUL. a él no le importa el mundo. pensé. él es el MUNDO. el mundo no está tan bién. contesté. en el mundo mucha gente espera en el sofá sin trabajo esperando poder poner un plato en la mesa para sus hijos mientras oye en televisión que hay mucha gente esperando en el sofá sin trabajo esperando poder poner un plato en la mesa para sus hijos. y se olvidan de que mucha más gente pierde un hijo cada día. con barrigas hinchadas. y moscas. con los ojos llorosos de no conocer más que arena y hambre. en este mundo hay gente que se alimenta de bits y pantallas táctiles y manzanas mordidas y hace colas por subir otro escalón en la pirámide babilónica de la MÁQUINA. mientras pies descalzos y astillados caminan sobre escombros para encontrar otro trago de agua. no tenemos nada que hacer. el payaso a muerto. tintin ha vuelto. botero engorda a jesucristo. dylan sobrevivirá a picasso. eta en paro. el payaso. el único loco que nos hacía sentir cuerdos. ha muerto. ahora nosotros somos los locos.
cómo está el MUNDO. y mi pájaro aletea impaciente por saber la respuesta. pués no la sé. le susurré. no la sé, compañero. sólo sé que el payaso ha muerto. no me gustan los payasos. no me gustaba ese circo. no me gustaban los llantos entre aplausos ciegos y sonrientes cuando se bajaba el telón. ahora el circo ha muerto y yo sonrío de nuevo.

19.10.11

La pluma sobre Frisco.


Recuerdo en una ocasión, hace muchos años… sí, muchos. Ni siquiera fue en esta vida. Cabalgaba yo por rojas praderas sobre mi caballo indio Frisco, con su cuero blanco tan impuro y bello, impregnado de difuminados lunares grises como las estrellas tristes y de grandes manchas geográficas de color pardo. Entre las negras crines había enganchado cuentas y botones, trenzas verdes, azules, amarillas, y una gran pluma de águila. Que una pluma de águila adorne las crines de un caballo significa para mi tribu grandes honores, pero, y esto es un secreto, lo cierto es que nosotros, Frisco y yo, somos forajidos, desterrados, y nuestra pluma, es robada. Cabalgaba con un veloz galope, cabalgaba para huir. Si nos atrapaban, mi cabellera se colgaría sobre la hoguera ceremonial, y el pellejo de Frisco serviría de alfombra para el Gran Jefe. Aún oigo el rítmico galopar de Frisco, aún lo siento, pero abro los ojos y mi montura se torna balsa de palmeras en un verde mar de furia.  Siento aún el galope en mis oídos, tanto como la sal del agua mojando mi cara, pero abro los ojos y mi caballo tornado en balsa ahora ha tornado en trono de mimbre. Mis dedos se precipitan entre un negro teclado conformando un camino de letras sobre una blanca luz. Parpadea aquel soldado negro, firme siempre aunque fútil. Soy un jinete navegando entre palabras y no logro saber si de verdad estoy aquí. Me alegro de haber robado aquella pluma, no es sólo una simple pluma.




*dibujos propios.

17.10.11

Uno.


por todas esas veces en las que me quedo en blanco y no sé qué más decir. por todas aquellas historias que aún están vivas en mi cabeza y no sé cómo escribirlas. busco no estar solo, pero poder estarlo. abrazar a quien YO quiero sin otras palabras. escuchar. el tic-tac de un reloj que me diga Acuéstate mientras espero que amanezca. no necesito beber. no quiero dormir ni comer. no soy triste. sólo quiero arrancar todos los post-its de mi escritorio para llenarlo de nuevos. ser un viejo en el MAR. y las olas. ceniza en los dedos por otra llamarada. silencio… no, sigue el tic-tac. Acuéstate, ya es tarde. otra línea más, por favor. perdido en la montaña. perdido para encontrarme. tierra. un jinete entre tierra roja en el horizonte. y humo. humo. esbozo una sonrisa porque mi pez se agita. baila. le gustan esas notas. no quiere ni un punto y final más. no más puntos. no más puntos. espera. ¡no esperes! es una montaña blanca, no roja. bajo el cielo azul. sobre un mar verde. ojos y dientes. pero no tengo miedo. ¿por qué? ¿para qué? ahora suenan las burbujas de un MAELSTRÖM. pero no soy yo. no soy yo. no quiero serlo. levántate mañana otra vez y juega con los rayos del sol. como el pájaro verde y azul con pico dorado. con un hacha y una flor. ¡saca tu cabeza del agua! respira. aire. aquellas luces que pululan como polvo. en la gran bahía de mi frente. las puedo ver. las puedo ver. todo es tan hermoso. y ahora recuerdo las palabras que quería. solo que no las diré ahora. seré un cactus sin espinas. tal vez porque yo soy todos ellos. todos los que salieron de aquí arriba. del trastero. ¿o ellos son yo? como el blanco cielo inmaculado. sin estrellas. porque ninguno acaba. ninguno empieza. todos son uno. todos somos UNO.

10.10.11

Réquiem por Neal Cassady


(…) y unos días después me telefoneó Bryan:
         –murió Neal, murió Neal.
         –hostias, no.
         Luego Bryan me explicó algo más del asunto. Y nada más.
         Sí, no había duda.
         Tantos viajes, tantas páginas de Kerouac, tanta cárcel, para morir solo bajo una gélida luna mexicana, solo, ¿comprendes? ¿ves los pequeños cactus miserables? México no es un sitio malo simplemente porque esté oprimido; México es un mal sitio simplemente. ¿ves cómo miran los animales del desierto? Las ranas, cornudas y simples, esas serpientes como hendiduras de mentes humanas que reptan, se paran, esperan, mudas bajo una muda luna mexicana. Reptiles, rumores de cosas, contemplando a aquel tipo de allí en la arena con su camiseta blanca de manga corta.
         Neal, había encontrado su movimiento, no hacía daño a nadie. El tipo duro de la cárcel, allí tumbado junto a una vía férrea mexicana.
         Esa única noche que estuve con él le dije:
         –Kerouac ha escrito todos tus otros capítulos, yo he escrito ya tu último.
         –Adelante –dijo él–, escríbelo.
         Punto y aparte.
Charles Bukowski
(Escritos de un viejo indecente)

8.10.11

La Escalera al Sol.


Me acuerdo ahora de aquella vez en la que me desperté en una tienda de campaña en el centro neurálgico del país, al menos durante aquella época y en Nochevieja. Se me acercó un tipo viejo, y me preguntó que qué tal se pasaba la noche en tal sitio –Pues bien-contesté-algo duro el suelo, pero bien.
-¿Sabes?-continuó-creo que esto está sirviendo de algo.
-Hombre, si tanta gente está saliendo a la calles es que algo está cambiando.
-Y, fíjate, yo tengo 65 años y esto no lo he visto en mi vida. Esto ha despertado muchas conciencias tranquilas, incluida la mía. Desde que todo esto ha empezado los políticos ya no ladran tanto, ya no se ladran tanto entre ellos.

***

Han pasado muchos soles ya desde aquel… muchas páginas de Bukowski, muchas cervezas, Curtis Mayfield en moto, aquél escritor aburrido inventando acertijos en noches de insomnio esperando al sol naciente. Pero nos sentimos bien, como James Brown en campos de Aloe Vera, enfermos de amor con Dylan ¡espera! No mires aún… si veo que te ves en mis páginas no podré escribirlas.

Un galimatías, como cuando me vi reflejado en su espalda y no vi mi rostro sino un desierto inmaculado de pálidas y suaves colinas. Respiraba una brisa. Y aquel otro que se movía demasiado lento, demasiado lento, valiéndose sólo para enhebrar agujas en un cómic de Ultraboy con casco de sandía.

Entonces el futuro es muy turbio ¿verdad? Con todo ese rollo de las naves y los trajes con luces, grabaciones de olas marinas y cartas de amor anónimas, dínamos, Democracia 4.0 y el jinete de la alfombra mágica, roja, para que Mary Anne pueda pasear con su largo y extraño pelo, da igual si por un camino u otro, pues todos llevan al Danny’s Jazz Black Box en cama de agua.

Los hielos, sin embargo, no se mueven cuando giras el vaso, y otra vez My Generation en el baño de cualquier bar, soñando con llaves negras que se pelean en el parque y Howard en la hamburguesería Jamaica mientras me duele la cabeza por la puta ginebra. No, Lorraine no es como en Heart full of Soul aunque así lo haya escrito, craso error, como cuando aquél socorrista se lanzó al agua para salvar a alguien sin haber esperado la media hora de la digestión.

Demencia. Hablamos de bandejas del McDonald’s llenas de sobras y patatas fritas rancias manchadas de kétchup reseco. Hablamos de que es un cabrón el que te pide ayuda en una mudanza y no te invita ni a una cochina cerveza. Hablamos de fútbol. De mi Dios Jäger mirándonos desde el cielo enarbolando sus brillantes astas mientras la habitación desaparece y caigo y caigo…

Me veo otra vez en el bar rosa, Broken Glasses, bocadillos a un machacante. Siempre todo fuera de contexto, como ganarle al váter, ya sabes, cuando después de tirar de la cadena el muñeco sigue ahí con una sonrisa que te dice 1-0.

Nos despedimos con un Hasta siempre, comandante, pero no sin antes discutir sobre si las cosas no son tan fáciles o lo son demasiado. ¡Muevete! ¿Moverme yo? De momento, sólo sé empinar el codo con un algo y llevármelo a la boca, porque los amores de verdad… nunca se cumplen. Lechowski dijo que nunca digas nunca, pero nada es para siempre.

Así que… a estas alturas de la vida, sólo quiero escribir y llenar la barriga, tomarme una cerveza en Tailandia mientras escucho La Escalera al Cielo y me repito a mi mismo que ni los monstruos son tan feos, ni las reinas son tan guapas.