19.2.11

Un día.

Un día, no importa cual, había un gato saltando entre tejado y tejado, mientras, un perro atado a una farola le ladraba, el dueño de este perro estaba comprando el pan en aquella tienda, enfrente de la farola; y la dueña del gato ya hacía muchos años que no volvía a coger aire tras su último suspiro.


Al otro lado de la ciudad, un niño estaba delante de un cuaderno, castigado, a la par que sus amigos correteaban por el parque de recreo. Su profesora aprovechaba esos minutos para descansar con su café y sus cigarrillos, joven, pero ya harta de la vida que escogió y decepcionada con el futuro que espera.

Un importante hombre de negocios cruzaba la calle tranquilamente, cuando, a un par de manzanas de allí, un conductor se saltaba un semáforo y atropellaba a una madre de familia mientras volvía a casa.

Al día siguiente, el gato volvió a saltar da un tejado a otro, su dueña siguió durmiendo, pero no había ningún perro atado a la farola que le ladrase, sí gente en la tienda delante de la farola, pero ninguno era el dueño de ese perro.

Los niños jugaban en el parque mientras la profesora se relajaba con su café y sus cigarrillos preguntándose si el resto de su vida seguirá así e ignorando la razón de la ausencia del pequeño que siempre está castigado en clase durante el recreo.

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