26.3.14

Juan.

         Juan hizo una pequeña maleta de viaje dentro de su cabeza, apenas era un hatillo con unas cuantas mudas limpias y tres pares de calcetines y aquel recuerdo pequeño que no pesaba nada. Abrió la escotilla que está justo en la cocorota (que sólo se puede abrir desde dentro) y trepó por ella con relativo esfuerzo para coronar su coronilla con tal impulso, que levitó un buen rato sobre el remolino para irse a posar de puntillas en la punta del pelo más alto, donde rebotó como si fuera un trampolín y subió y subió y llegó a donde todo queda lejos.

         El Grande Juan siguió haciendo lo que de costumbre: compraba el pan en la panadería, calentaba agua para los espaguetis, bebía cerveza en la travesía del patín y todos los etcéteras que pueden ocurrirle a uno desde que se levanta por la mañana hasta que se acuesta por la noche. Pero el Grande Juan se aburría ya de todo aquello y por eso se le olvidaban las cosas.

         Juan siguió subiendo y subiendo y viendo su vida subir sin vivir sintió miedo. Agarró las esquinas de su chaqueta para extenderla como las alas de un murciélago y así se detuvo cerca de la región de las aurículas y los ventrículos. Sístole: ¿Dónde está ella, la pieza que encaje con Juan? Diástole: Juan es uno en varios idiomas, además, seguro que ella está por ahí cerca, en la Tierra.

         El Grande Juan se sienta en el retrete un par de veces al día y lee las noticias deportivas, algo le hace cosquillas por detrás de las orejas y es que el Grande Juan sabe que debería estar haciendo lo que le gusta.

         Juan salió disparado en otra dirección y en un parpadeo se asomó por la pupila. ¡Ay, Grande Juan! —se lamentó— ¡Si es que no te puedo dejar solo ni un momento!


         Y es por eso que Juan (pero Juan Juan) fue esta mañana a la ferretería antes del desayuno; para comprar una bombilla nueva.

20.3.14

Una espiral áurea.



(…) tratábase de una espiral áurea.


Así habían empezado a andar por un París fabuloso, dejándose llevar por los signos de la noche, acatando itinerarios nacidos de una frase de clochard, de una bohardilla iluminada en el fondo de una calle negra, deteniéndose en las placitas confidenciales para besarse en los bancos o mirar las rayuelas, los ritos infantiles del guijarro y el salto sobre un pie para entrar en el Cielo.
JULIO CORTÁZAR, Rayuela


tenía más sed que hambre y bebí unos cuantos tragos de cerveza mientras miraba de reojo la pizza de espinacas popeye esperando a que olivia mordiese su pedazo primero.


antes venía por aquí un tipo que ciertamente era un vago redomado. un día se despertó con el sol de mediodía entrando por una diminuta rendija en la persiana y dándole de lleno en el ojo izquierdo y decidió dormir un rato más. así pasaron tres años. cuando al fin se levantó, la barba le había crecido.  le daba pereza pasarse la gillette, así que se metió en la ducha y pensó en sus cosas bajo la alcachofa. con esas pasaron otros siete meses, y la factura del agua fue terrible.


Mi ser se encuentra un poco más leve, solo de conocerle. Cuando nuestras miradas se encontraron, rodó entre nosotros una infancia de juegos inventados, barcos de vapor y papel periódico y canicas llenas de polvo de hadas. Que ojos, que ojos tiene este inventor de palabras, tetete teletrasportan al mundo de más allá desde el más acá. Nunca me cansaré de jugar contigo hermano lemur, allá donde quiera que nuestro culo se encuentre, tendremos un hogar y una pecera llena de carpas naranjas. Con espacio para muchos más, mucho espacio, un espacio entero.


la conocí la conocí una luna nueva y nazarí con estrellas de ocho puntas joroschó sobre la nevada veleta por una bonita y despreocupada jugarreta del destino o serendipia. algo así. que fluye y fluye como la forma de escribirlo.


no fue chica la algarabía mientras yo fregaba platos con las yemas de los dedos arrugadas y las oreyas satisfechas. me dio un pálpito justo aquí en el pecho y quizás, quizás, quizás.


     WELT-SCHMERZ // del alemán; dolor que siente una persona cuerda al ver el mundo físico real tal y como es y descubrir que no es como debería ser.


La primera vez que probé una de esas naranjas urbanas fue en Lisboa. Habíamos llegado a eso de las nueve de la mañana, hora local, y después de haber caminado durante horas siguiendo el curso del Tejo y comer en un bar de Beato todos estos decidieron coger un autobús para llegar al hostal. Tiger Lily y yo preferimos en cambio seguir caminando bajo el sol para conocer un poco la ciudad y gastar algo de suela. Descubrimos que Castilho no significa lo mismo que Castelo, y que las seudo frutas que brotan de los naranjos en esas rúas son tan ácidas que la cara se te arruga hacia adentro. Aún puedo sentir el peso entre las manos de cuando ayudé a Tiger Lily a subir a uno de esos árboles para alcanzar una de esas naranjas cabronas. Se hizo heridas en las piernas y en los brazos con las ramas espinosas, pero esa sonrisa y esos ojos y cómo brillaba todo aquello no creo que vaya a olvidarlo nunca.


pensé en eso de los movimientos brownoideos y de cómo vamos pululando por la vida sin apenas darnos cuenta de que todo gira como en estagira. he visto cómo esa mosca que se parece a mí pasaba justo por aquí y al mismo tiempo aquella más bonita también y ahora me pregunto cuándo carajo volverán a cruzarse. ché, cebá el mate y a la ventana asomate


(…) y bien se piensa con descalzos pieseses.


      —Ninguna importancia —dijo Morelli—. Mi libro se puede leer como a uno le dé la gana. Liber Fulguralis, hojas mánticas, y así va. Lo más que hago es ponerlo como a mí me gustaría releerlo. Y en el peor de los casos, si se equivocan, a lo mejor queda perfecto. Una broma de Hermes Pakú, alado hacedor de triquiñuelas y añagazas. ¿Le gustan esas palabras?
JULIO CORTÁZAR, Rayuela


1.   No me puedo explicar a mí misma porque yo no soy yo, ¿se da usted cuenta?
2.   Todo el mundo crece. Usted mismo está creciendo ahora mismo.
Oh niña de frente pura
y mirada soñadora,
aunque media vida ahora
se interpone entre tú y yo,
sé que tu tierna sonrisa
acogerá con contento
y recibirá este cuento
como regalo de amor.
(…) Aún suenan en mi memoria
los ecos de su cadencia,
y ni el tiempo ni la ausencia
me los harán olvidar.
LEWIS CARROLL


un viejo sueño. la vieja idea de la que estoy enamorado. no se daba cuenta de mi presencia y yo intentaba llamar su atención y sus ojos nunca se cruzaban con los míos quelabuscabanconvehemencia y poco a poco me iba volviendo invisible y ya sólo podía poner zancadillas a la gente por la calle. tatatarareaba una canción distraído: lililí lululú. viejo y destartalado como un volkswagen escarabajo amarillo que en realidad era rojo.  algo así y una mimosa.


Todo se mueve despacio en el mundo de las flores, eso es todo.


Desperté tarde, en el número 9 de Ninguna Parte donde el buzón reza: “Deje sus cartas aquí, Sr. Cartero”, cansado pero con ganas de llenar una o dos páginas y-a-otra-cosa-mariposa. Escribí: “estamos locos, pero de diversión”, y ya no supe qué más poner. Pensé en pantanos y sauces. Pensé también en aquel cuento que quería escribir sobre la mostaza. Nadie lo ha hecho aún, creo.


¡Qué maravilloso es poder huir, convertirse en  un ser libre!
HERMANN HESSE, Siddhartha


No necesito hacer frases. Escribo, para poner en claro ciertas circunstancias. Desconfiar de la literatura. Hay que escribirlo todo al correr de la pluma, sin buscar las palabras.
JEAN-PAUL SARTRE, La náusea


Quiero decir que cuando el ojo está embelesado, se ven cosas de lado que luego, al mirarlas de frente, ya no se ven. Un poder del rabillo del ojo. O quién sabe.
ERMANNO CAVAZZONI, El poema de los lunáticos


—Me parece —murmuró con una escafandra invertida justo en el estómago— que madurar es ir escondiendo bien poco a poco el niño que cada uno es bajo un montón de preocupaciones y responsabilidades. Llámalo niño o llámalo pez. Me pone triste todo eso, pero contigo aquí apenas me doy cuenta y siento las burbujas en la tripa de algo que coletea por dentro. Algo vivo. Eso me encanta. Me encanta quien soy cuando estoy cerca de ti. Y hombres con peceras por barriga.


Y todo comenzó con un problema de cría de conejos.

Me gusta este sitio porque llegué un día, porque lo descubrí bien poco a poco. Puedo pararme en cualquier rincón y recordar la primera vez que estuve acá o allá y a toda la gente que he conocido por el camino que, de hecho, ye prácticamente toda la gente que he conocido. Me he criado aquí de igual manera que me he criado en otros sitios más al norte y también cerca del mar donde roncan y bostezan los cuélebres y los busgosus fuman en pipa mientras los diañus burlones aconsejan falsas rutas a los que pasan por ahí y no-me-des-pistas-que-me-despistas.


1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34…


         Hay veces que tengo tanto sueño y tengo tantos sueños que no sé ni cómo me llamo ni dónde meterme ni por qué hay asuntos sin resolver tantos años después de haber perdido el pelaje. Hay veces que alguien duerme justo en mi ventana como reflejado y pienso en si ese de verdad soy yo o es lo que quiero imaginarme que soy o es lo que quiero ser o es lo que fui o etcétera tres veces y después de una pausa, otra. Así funciona casi todo; con prisa y casi sin tiempo para respirar, pero por esta parte de aquí jugamos otro deporte, no sé si más sano como tampoco sé un ciento de cosas, o como los aguacates que al parecer engordan igual que el arequipe. Dice así: Por mucho que vivas y alto que vueles, sonrisas que regales y lágrimas que llores, todo lo que toques y todo lo que veas es todo lo que tu vida será.


cuando era chico me robaron la nariz y al rato me la sacaron de detrás de la oreja. sigo estupefacto desde entonces y a menudo pienso en ello cuando agarro el autobús. las noches en las que me cuesta dormir me gusta imaginar que desato el cordel aquí en la nuca y me quito la nariz que enseguida enrojece por la gangrena metafísica cuando la cuelgo del pomo de la puerta —que es su sitio—, así se hace algo de silencio en el ático y descanso aunque siga con una pupila encendida y puesta en la luna. otras veces discuto con la blanca y blanca página por quedarse ahí desnuda y yo sin acertar a enhebrar los ovillos hemisféricos en esta aguja doblada y obtusa que recogí un día del suelo y guardé en mi bolsillo para pincharme el dedo cuando estoy distraído. la otra tarde, sin ir más lejos, escuché tantas palabras que tuve ganas de levantarme y tirarlas por la ventana a la puta noche para que dejasen de revolverme las tonterías y hacerme parecer un saco de calcetines arrugados cuando me miro a oscuras desde el techo. ¡ay de esta loca ánfora colmada de jugos y cavilaciones, henchida de amapolas y semillas de baobab! ay de este pobre sísifo en la ladera, del atlas en mi cuello, de las amistades que son cariátides, de la eva primigenia preguntándose qué demonios había hecho.


con miviejamochilarosafabulosayjoroschó.


No supe cómo escribirlo porque fue real y apenas estoy acostumbrado a eso. Era un puzzle descomunal, un fresco renacentista, y yo me di cuenta de que cuando sea mayor quiero ser hacedor de puzzles o mimo escapista o, si eso falla, tal vez un instrumento de cuerda o un reloj. De todas formas me contentaría con ser una de esas piezas.


Santo Déjà vu. Santa espiral áurea. Santo Escher. Santo Fibonacci. Santos los girasoles. Santo. Santo. Santo. Santas coincidencias. Santas sincronías. Santos los martillos que derriban muros en Noviembre. Santos los güeyos que, estrábicos y estrambólicos, se aíslan y olvidan el contexto de la testa. Y Santa también la testa.


conocí conocí a un tipo que ye de yecla que hizo cumbre en un volcán en chile; y luego dicen que la vida no es literatura.


El programa arrancará después de la publicidad.