Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que
querrán saber es dónde conseguí este ulam, pero no tengo ganas de contarles
nada de eso. Sólo voy a hablarles de una cosa de locos que me pasó el pasado
invierno. Es una historia estupenda.
Estábamos yo, Guibo, y mis tres drugos Alfrodo, Morselo y el
Varano, que realmente era un varano de Komodo, sentados en el bar Pancró,
exprimiéndonos los rasudoques y decidiendo qué podríamos hacer esa noche, en un
invierno tórrido y aciago, cuando por la puerta apareció el Coronel Mostaza y
sus secuaces.
CORONEL
MOSTAZA: ¡Ahí está!¡Prendedle!
SECUACES:
¿A cuál?
CORONEL
MOSTAZA: ¡A ése!
Los secuaces del Coronel Mostaza se
abalanzaron contra nosotros armados con cimitarras y muy mala cara. Morselo
dijo:
MORSELO:
¡Fuegodoro!
Y el Varano escupió un chorro de baba
flamable sobre los enemigos. Yo caí presa del pánico por no haber asistido a
los ensayos y me hice el muerto, pero Alfrodo, que conocía la estrategia,
arrojó un cigarro encendido y certero a los secuaces del Coronel Mostaza, y así
murieron calcinados.
CORONEL
MOSTAZA: ¡Maldición!
El Coronel Mostaza sacó su pistola
reglamentaria y disparó a Alfrodo, acertándole en el cuello. Alfrodo gritó:
ALFRODO:
¡Ulam!
Y cayó muerto.
Morselo, lleno de cólera, agarró la botella
de fuegodoro y practicó con ella una espantosa herida en la cabeza del coronel,
dejándolo casi muerto.
YO DIJE:
¿Qué ocurre?
MORSELO:
Mató a Alfrodo.
Y YO: ¿Y
ahora qué hacemos?
VARANO:
Vayamos a jalar una vaca o algo.
MORSELO:
No. Tenemos que esperar a que éste se despierte para interrogarle. Buscaba a
Alfrodo por algo y vamos a averiguarlo. Tú, Varano, vigílale, que no se escape.
Y tú, Guibo, registra a Alfrodo por si encuentras alguna pista.
YO: ¿Y
tú?
MORSELO:
Fuegodoro.
Miré en los bolsillos de Alfrodo y no
encontré más que un puñado de monedas y pañuelos de papel usados. Le dije a
Morselo:
LE DIJE:
No lleva nada encima.
Y Morselo, con los labios sucios de
fuegodoro, me dijo:
MORSELO:
Pues entonces busca dentro.
Y YO EN
PLAN: ¿Cómo dentro? ¿Dentro?
MORSELO:
Mira en su culo.
Y efectivamente, en su culo, Alfrodo
escondía un ulam.
MORSELO:
¡Por todos los yarboclos! ¡Un ulam nuevecito!
YO:
Bueno, más bien semiusado.
MORSELO:
¡Con razón lo querían muerto! ¡Un ulam! ¿Te das cuenta? ¡Por un ulam yo mataba
hasta a mi padre!
Y YO: Ya,
pero… ¿Cómo se usa?
En eso que el Coronel Mostaza despierta y
grita:
CORONEL
MOSTAZA: ¡Soltadme, hijos de puta!
Y el Varano le da una dentellada de lo más infecciosa y bacteriana en toda la
garganta que lo deja muerto.
MORSELO:
¡Varano idiota! ¡Queríamos que nos dijera por qué buscaban a Alfrodo!
VARANO:
¿No le buscaba por el ulam?
Y
MORSELO: Ay, pues es verdad.
ENTONCES
YO: ¿Y ahora qué hacemos?
VARANO:
¿Vamos a jalarnos el cadáver de éste o qué?
MORSELO:
No. Antes tenemos que determinar quién se queda con el ulam.
YO
PROPUSE: ¿Lo compartimos?
MORSELO:
¡Es un ulam, maldita sea! ¡No se puede partir en tres partes! ¡Ni siquiera se
puede partir en una parte!
VARANO:
Yo me quedo con el cadáver, que está fresco.
MORSELO:
Entonces sólo quedamos tú y yo.
Y YO:
¿Quién, yo?
MORSELO:
Sí, tú. Nos lo jugaremos a muerte.
YO DIJE:
¡Qué me dices!
MORSELO:
Te lo digo. Y agradece que te doy una oportunidad. Yo maté al Coronel Mostaza y
debería ser el que se quedara con el ulam por derecho.
Y YO: ¡Tú
sólo lo noqueaste! ¡Fui yo quien sacó el ulam del culo de Alfrodo! ¡Me lo quedo
yo!
MORSELO:
¡Pero si ni siquiera sabes lo que es!
VARANO:
¡Este páncreas es delicioso!
Y YO: Si
no quieres compartirlo o me lo quedo yo o lo rompo.
MORSELO:
No te atreves.
Agité el ulam sobre la cabeza de Morselo y
le reté a cogerlo.
LE DIJE:
¡Agárralo si llegas, cabezahueca!
Y Morselo me tiró un puntapié a los
yarboclos, dejándome casi muerto. Dijo:
MORSELO:
Pues te quedas sin ulam, idiota.
Me quitó el ulam, lo metió en su culo y huyó
para siempre.
Ralph Steadman |