Una vez lo vi, en un bar ¿dónde si no? Estaba solo en la barra, yo también por cierto, se pedía una cerveza con un libro en la mano y dejaba que la espuma se fuese disipando y todas las burbujas se liberasen en el aire.
Pasaba las páginas pausadamente, nunca mojaba su dedo en saliva para ayudarse, leía y leía, y sus ojos iban de izquierda a derecha sin detenerse en algún punto vacío.
Yo, sin embargo, me limitaba a observar bebiendo una cerveza tras otra. Nada de botellas, me sentaba al lado del grifo y dejaba que el camarero practicase con vasos calientes y recién lavados.
¿Quién era? Porque hasta que no me desperté al día siguiente con mi dolor de cabeza y mis gargajos en la garganta no me di cuenta realmente de que había pasado la noche envuelto en humo de vainilla y zumos de cebada mientras ponía el ojo en un desconocido cualquiera, interesante.
No se lo dije a nadie, yo siempre he odiado que alguien me dijese que había conocido a alguien interesante, me siento mal, e infravalorado. Es normal que una persona como yo se infravalore, a veces demasiado, pero cuando alguien te dice que no llegas a ser tal como creías, realmente te cuestionas si no estás haciendo el gilipollas con tantas palabras y puntos y comas, alguna exclamación de vez en cuando, pero siempre un interrogante que te dice ¿por qué?
No le volví a ver, pasé un par de noches en la misma tasca de siempre esperando que entrase por aquella puerta, abriese su libro, pidiese una cerveza y la dejara morirse. Pero nunca apareció.
No le echaré de menos ¿por qué? Las amistades están ensalzadas, un desconocido no me va a quitar el sueño.
Pero sigo aquí, con mi cerveza y mi pluma, pensando en que ahí fuera hay más gente, y no la sé ver.
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2 comentarios:
¿ y por qué no se acercó a hablar con el desconocido que leía?
no hay que perder las oportunidades que nos ofrece la vida!!
Se me pasó...
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