9.3.11

En la casa con globos de colores.

Ahora me siento como un Carl Fredricksen viendo cómo mi casa se despega del suelo con el impulso de cientos de miles de globos, apenas me dio tiempo a hacer el equipaje. Me llevo un espantapájaros esperando en la barra mientras un cerdo canta canciones a Jigsaw, un par de mimos danzantes y a Maurice convertido en cadáver de gala.


Más arriba están los Lumière con Méliès tomando café en un nido de canallas sentados sobre latas de película de 35mm. Un bolígrafo de un gel extraño reluce al sol del horizonte… hay demasiadas cosas que entonar de este espectáculo visual que me ofrece la vida.

Las alimañas que aparecen entre los arbustos para morderte el culo no son más que eso… cuerpos sin cerebro alimentados por la violencia que ellos mismos generan. No conseguirán sacarme más que este par de líneas.

Todo está bien otra vez y eso me gusta… no perfecto, por supuesto, pero hay que saber sonreír a las caras que se apartan y a los ojos que no te miran. De momento, iré buscando unas sandalias aladas que no me vayan grandes.

1 comentario:

Lobo de Bar dijo...

Si consigues unas del 44 ya las pasarás...