Todo empezó así, con la cabeza llena de imágenes de musgo
brotando a cámara rápida por todas partes, como una infancia de insectos en las
ramas y madres orgullosas y agua templada… aprendiz de todo y maestro de nada… el
patetismo de una persona sentada en el váter mientras se limpia el culo. Es
gracioso, el Universo digo, ellos dicen que la vida se trata de empeñarse en
morir o empeñarse en vivir, yo más bien veo la oscura silueta de un gran pez
bañándose en la luna… como el coyote, así soy yo, intentando cazar esas
historias imposibles. Tengo buenas ideas pero al final, aunque use bolígrafos y
artilugios marca ACME, siempre acabo defenestrado por cualquier barranco de
Arizona, esto también viene dibujado… bebíamos vino de una botella envuelta en
papel marrón cuando me contó su historia, se despertó borracho un día y se dio
cuenta de pronto de que estaba en casa de ella,
justo al instante en el que ella
entraba por la puerta. “Ella… ¿Qué
hago aquí?” “Nada, te emborrachaste y decidiste venir a decirme algo” Se le
pasaron por la cabeza mil cosas que podría haberle dicho, cosas que sentía por ella. “¿Qué te dije?” “Nada” “¡Dímelo! o…
¡seguro que lo anoté en mi cuaderno!” Abrió su cuaderno y vio una ebria nota
con letras sinuosas, decía: Acabo de
decirle a Ella que la quiero, y Ella me contestó que me querría para siempre si
al despertar mañana yo me acordaba de todo esto…
Porque puedo coger cualquier cosa y destruirla, hacer mis
propias reglas… al menos en esto que escribo… tinta roja, como sangre, y un oso
de peluche gigante que esconde un cadáver, circos, ricos que son más pobres que
los pobres, siendo poseedores únicamente de una vida de aburrimiento buscando
estímulos inocuos y toda clase de mierdas, mierdas caras… llenarse de todo y
comparecer indefenso bajo las incandescentes luces de una barra. Borracho sin
rumbo que disfruta del camino… conversaciones insulsas, ahogo mis aullidos de
aburrimiento en otro y otro trago, porque no sé moverme en una fiesta, yo sé
mover los dedos y escribir cosas… creo… sí ¿no? no sé… estos putos acordes que
creen hablar no me dicen nada o me importa una mierda. Cherokee o Sioux, me da
igual, yo quiero ser un lobo y aullarle al nocturno cielo desnudo de nubes, fue
otro en mi cabeza el que lo hizo… más cruces de caminos con el diablo
ofreciéndome mil almas a cambio de uno de mis párrafos sobre Al Green… pero yo
no soy escritor ni poeta, no a menos que un centenar de personas me convenzan
de que quizá lo sea… ángeles con penes de alcayata y cinturones de seguridad
que ponen orden en el amasijo de cadáveres que cubren el asfalto, como un jodido
acuario de mejillones, como un par de páginas en blanco… de fondo un monólogo
de rock como una losa en mi cabeza. Yo miraba una ventana iluminada entre sopor
y noche y humo, cuando otro ángel, negro, despertaba de un sueño gris… hombres
de las cavernas que ahora viven en sofás, satisfechos porque lo que no les mata
les engorda más fuerte… así, todo esto… ¿cómo voy a tomarme la vida en serio?
2 comentarios:
Tengo dos teorías respecto a la escritura automática.
1. Me da la sensación de pasear mediante rutas que a primera vista yo no escogería, pero no por ello menos entretenidas. Es interesante ver divagar a otros.
Y 2. Creo que cuanto mejor es lo que suena de fondo, mejores cosas se escriben.
La vida es sorprendente y cojonuda, con sus palos, carcajadas e ironías, pero desde luego no es para pasársela tirado en un sofá, salvo una tarde de resaca.
Wish you were here fue de las primeras cintas de casette que me compré, tenía 12 años y me costó una pasta y muchos fines de semana de paga. Jamás me aburriré de Pink Floyd.
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