6.11.12

Cazando moscas.


“Hoy va a ser un gran día”, pienso cada mañana cuando suena el despertador, aunque se me pasa en cuanto lo desconecto y me doy la vuelta en la cama para seguir durmiendo un rato más. Los mejores sueños suceden cuando has de despertarte, puede que no sean los más agradables o bonitos, no hablo de eso.

Mira a ese tío del espejo, con los ojos envueltos en la sombra del insomnio nervioso, con una extraña sonrisa que casi parece disculparse por no haber descansado cuando todos lo hacían y haberse pasado las horas vacías convertida en una mueca hastiada y ausente del resto.

Dicen que no hay que preocuparse cuando uno habla consigo mismo, sino cuando empieza a responderse. Ese tipo del espejo hace tiempo que no habla con nadie, y ninguna voz está ahí para susurrarle cosas al oído. ¿Quién murmura entonces? ¿Qué es ese suave rumor? ¿Dónde están los gritos de quien debería estar ahí? ¿Qué hay de las enloquecidas carcajadas?


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