Quisiera escribirte una carta, a ti, pequeño lémur; que te
quedabas enroscado en una rama muy alta viendo la fruta crecer y las moscas
revolotear.
Quisiera escribirte una carta, pero no sabrías leerla; tú, que
bostezas enseñando los blancos colmillos y sacando una rosada lengua y
entrecierras tus ambarinos ojos con plácido aburrimiento mientras el sol te
calienta el cogote.
Quisiera escribirte una carta, pero supongo que no te haría
mucho bien comprenderla.
Es bueno tener un cálido cubil de hojarasca allá arriba, en
las ramas.
Pues todos quieren dormir bajo las estrellas acariciados por
los rezos de los árboles.
Que ningún árbol tiene
boca
ni ojos.
Que sólo perciben
levemente los pasos
y el viento.
Que sus recuerdos son
viejos
y están olvidados.
Enterrados
bien profundo
bajo las raíces
de los años.
2 comentarios:
Curioso y simpático animal el lemur, estuvimos en el Bioparc admirando como se movían entre ramas y se cobijaban en sus cubiles. Ahora (v)leo que son sabios.
Mejor que sigan rezando, quizá eso los salve de nuestra codicia.
"...la luz de una cerradura
y la canción de mi rosa
22 años, ya olvidé
la dimensión de las cosas
su olor, su aroma
escribo a tientas el mar,
el campo, el bosque, digo bosque
y he perdido la geometría del árbol..."
Un cachito de "Decidme cómo es un árbol" de Marcos Ana, me recordó eso y otro que tiene, "mi corazón es patio", de cuando estaba en la cárcel. Y nosotros subidos a las copas de torres de nichos de cemento...
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