Nos dimos la vuelta como bailando, giramos como el tiempo
gira sobre sus estambres deshojándose para que broten nuevos pétalos de
colores. Revolcamos nuestros cuerpos bajo la noctámbula cúpula manchados de
barro y lluvia y nos quedamos como los cantos rodados de una orilla cualquiera
con el corazón tan duro como la coraza y ese estremecimiento vacío entre las
sienes.
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Me acuesto ahora por las noches como una oruga en su
crisálida, y sueño con que al despertar luzco unas irisadas alas joroschó. Pero
mi pupa no es más que una colcha normal como las que usan las personas. Por eso me despierto decepcionado a veces, pero ¿han visto estas aletas doradas
y este caudal ondulado y brillante? El cielo es muy grande, pero no deja de ser
más que aire, y hasta los lunáticos saben que las mariposas envidian a los
peces por no poder libar del néctar coralino en las profundidades más ignotas.
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Bau da Terra se comió las polillas de regaliz con un beso y
fue sin cabeza o con una muy grande y joroschó por las regiones mentales de la introspección,
la entropía y la redundancia disfrutando de su particular mentira o aventura
como si fuera una odisea por el espacio y el movimiento y la luz y la música y
la energía con los coyotes galopando por desiertos circulares de vinilo negro
bajo la lluvia de las cerbatanas de plástico científico, mas todo fueron risas
y sonrisas con la fuerza primigenia del no-sé-qué que hay en todo y que fluye y
fluye como la forma de escribirlo y con los ojos rojos y joroschó.
Bau da Terra dijo bajo el árbol que siempre se respira la
decadencia de los años que pasan y pesan y pisan, y que vivimos con la misma
sensación que se tiene cuando abandonas la sala de cine después de la película o
vuelves a abrir la nevera para cerciorarte de que sigue vacía. Dijo también: Yo
no quiero verme, quiero fundirme y confundirme con la voz de la luna que se asoma
paulatinamente entre las nubes de plata para observarnos desnuda bajo el eco de
su luz.
Bau da Terra también dijo que puedes estar toda una vida —o
incluso mil— corriendo tras el Sol, pero él siempre aparecerá a tu espalda como
una bola radiante, que es lo que es.
Después se comió su propia cabeza.