31.5.10
Freedom.
George Hanson (Jack Nicholson): ¿Saben? Éste solía ser un país maravilloso. No puedo entender qué le ha ocurrido.
Billy (Dennis Hopper): Todo el mundo se volvió cobarde, eso es lo que sucedió. Ni siquiera podemos entrar a un hotel de segunda. ¡Un motel de segunda! ¿Entiendes? Piensa que vamos a cortarles la garganta. Tienen miedo.
G: No tienen miedo de ti, les asusta lo que representas para ellos.
B: Lo único que representamos es alguien que necesita un corte de pelo.
G: Lo que representas para ellos, es la libertad.
B: ¿Qué tiene de malo ser libre? De eso se trata todo.
G: Así es. De eso se trata todo. Pero hablar de ello y serlo son dos cosas distintas. Es muy difícil ser libre cuando te compran y te venden en el mercado. Porque no vayas a decirle a nadie que no es libre porque son capaces de matarte o lastimarte para probarte que sí lo son. Oh, sí. Te hablarán y te hablarán y te hablarán de libertad individual, pero si ven a un individuo libre, se asustan.
B: Pero no salen corriendo asustados.
G: No, se vuelven peligrosos.
29.5.10
Destino encontrado.
Quería homenajear hoy a Dennis Hopper, que lamentablemente ha fallecido hoy mismo en su casa de Venice, California a causa de un cáncer de próstata a los 74 años de edad.
Se podría hablar de su trayectoria como actor, o incluso como director, pero prefiero mencionar un poco la película por la que yo le tenía en gran estima, Easy Rider, de la que fue protagonista junto con Peter Fonda y Jack Nicholson, director y guionista.
Easy Rider es el viaje de dos moteros a lo ancho de los Estados Unidos, del más profundo oeste hasta los carnavales de Nueva Orleans. Es un viaje por la norteamérica de 1969, con sus granjeros, sus comunas hippies y los cerdos fascistas que odian a los "melenudos". Es, en realidad, un viaje por la libertad.
Por el camino se cruzan con un abogado loco y borracho representado por el incombustible Jack Nicholson, con el que viviran divertidas -y a veces no tanto- aventuras.
Con el mejor acompañamiento musical que se podía pedir, Jimi Hendrix y Steppenwolf entre otros, esta película es el símbolo de una generación a la que a partir de hoy, le falta un miembro.
Se podría hablar de su trayectoria como actor, o incluso como director, pero prefiero mencionar un poco la película por la que yo le tenía en gran estima, Easy Rider, de la que fue protagonista junto con Peter Fonda y Jack Nicholson, director y guionista.
Easy Rider es el viaje de dos moteros a lo ancho de los Estados Unidos, del más profundo oeste hasta los carnavales de Nueva Orleans. Es un viaje por la norteamérica de 1969, con sus granjeros, sus comunas hippies y los cerdos fascistas que odian a los "melenudos". Es, en realidad, un viaje por la libertad.
Por el camino se cruzan con un abogado loco y borracho representado por el incombustible Jack Nicholson, con el que viviran divertidas -y a veces no tanto- aventuras.
Con el mejor acompañamiento musical que se podía pedir, Jimi Hendrix y Steppenwolf entre otros, esta película es el símbolo de una generación a la que a partir de hoy, le falta un miembro.
El que está acostumbrado a viajar, sabe que siempre es necesario partir algún día.
Paulo Coelho
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'P. Lavilha
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26.5.10
Baldosín.
-Pues ahora os acompaño un poco que tengo que ir a sacar... ¡Ah, no! si hay un cajero aquí al lado...-sonrió complacido.
-No, ese cajero no funciona. Algún desalmado metió un azulejo por la ranura de las cartillas... eh... voy al baño, vengo ahora.
-¡Espera! ¡El baño es por ahí!
Era el único azulejo que había encontrado que no estaba roto... lo pensé mejor y me lo llevé a casa para usarlo de posavasos. Por el camino amenacé a los transeútes. -¡Tengo un baldosín y sé cómo utilizarlo!-
-No, ese cajero no funciona. Algún desalmado metió un azulejo por la ranura de las cartillas... eh... voy al baño, vengo ahora.
-¡Espera! ¡El baño es por ahí!
Era el único azulejo que había encontrado que no estaba roto... lo pensé mejor y me lo llevé a casa para usarlo de posavasos. Por el camino amenacé a los transeútes. -¡Tengo un baldosín y sé cómo utilizarlo!-
24.5.10
Azotea.
Y ahí estaba yo… con los pies colgando sentado en la azotea de ese gran edificio en el que siempre me fijaba al volver a casa. No es que quiera saltar para acabar con todo esto… quiero probarlo… lo de volar. Nadie lo intenta ¿por qué?
Quisiera ser el desesperado que salta al vacío para no caer nunca, para flotar y ver a la gente desde arriba.
Hace frío... el viento hace que mis ojos lloren, pero ya estaban húmedos mucho antes… ¿qué hago? ¿Salto? ¿O me dejo caer?
Mejor me vuelvo a la cama. Aún quedan muchas páginas…
Quisiera ser el desesperado que salta al vacío para no caer nunca, para flotar y ver a la gente desde arriba.
Hace frío... el viento hace que mis ojos lloren, pero ya estaban húmedos mucho antes… ¿qué hago? ¿Salto? ¿O me dejo caer?
Mejor me vuelvo a la cama. Aún quedan muchas páginas…
23.5.10
De vuelta al primer episodio.
Empezamos algo más tarde porque hubo mucho lío para encontrarla... no se me dan bien estas cosas, me pongo muy nervioso. El cabrón me lo dió en medio de la calle, y mi corazón saltó de golpe estrellándose contra mis costillas. -¡Aquí no!- dije, y el sonrió y me dijo: Bueno, nos vemos que tengo prisa, tengo que ir al piso franco.-
Me libré de la carga un rato después, y paramos a tomar un bocado rápido con unas cañas.
-R vámonos ya
-Espera, vamos a invitarle a una caña que nos dejó la cámara.
-¿Tu sabes lo que llevo en los huevos?
-Ten la mochila, guárdala ahí.
Hubo más perlas, pero me acuerdo de unas contadas. ¡Qué mareo! ¿Cómo estarán los otros? Y me río al ver sus ojos rojos y orientales.
-¿Oíste el timbre?
-¿Qué timbre?
-Llaman a la puerta.
-Yo no he oído nada...
Se quemó un poco la cebolla, y las tortitas no necesitaban tanto, tanto aceite...
¿Eran golondrinas o murciélagos? Pasaban zumbando...
-¿Por qué no se mueve?
-Parece que está mestruando...
Y la luna está preciosa... ¿Quién sería el genio que la puso ahí?
Me libré de la carga un rato después, y paramos a tomar un bocado rápido con unas cañas.
-R vámonos ya
-Espera, vamos a invitarle a una caña que nos dejó la cámara.
-¿Tu sabes lo que llevo en los huevos?
-Ten la mochila, guárdala ahí.
Hubo más perlas, pero me acuerdo de unas contadas. ¡Qué mareo! ¿Cómo estarán los otros? Y me río al ver sus ojos rojos y orientales.
-¿Oíste el timbre?
-¿Qué timbre?
-Llaman a la puerta.
-Yo no he oído nada...
Se quemó un poco la cebolla, y las tortitas no necesitaban tanto, tanto aceite...
¿Eran golondrinas o murciélagos? Pasaban zumbando...
-¿Por qué no se mueve?
-Parece que está mestruando...
Y la luna está preciosa... ¿Quién sería el genio que la puso ahí?
22.5.10
Tarde, tarde, tarde...
Llevaba demasiado tiempo buscando a alguien como ella, tanto, que cuando se dio cuenta de que ella era lo que buscaba ya era demasiado tarde.
En los lindes de esta aldea los árboles entrelazan sus ramas, así como sus raíces. Aquí, sin embargo, los troncos crecen aislados, con una sola hoja, sobre la que a veces, si tienes suerte, se posa una mariposa que intenta arrancarlo de la tierra y llevarlo a algún sitio mejor.
Hay un pequeño arroyo en este lugar, pero es un arroyo frío y triste, que no trae más que agua, y que solamente pasa para llevarse los guijarros y los troncos que sujetaban.
A pesar de todo, más allá de esas colinas, bajo la sombra de los robles los ciervos pastan sin inquietud. Las liebres corren y saltan, y las flores crecen por todos los lugares.
En los lindes de esta aldea los árboles entrelazan sus ramas, así como sus raíces. Aquí, sin embargo, los troncos crecen aislados, con una sola hoja, sobre la que a veces, si tienes suerte, se posa una mariposa que intenta arrancarlo de la tierra y llevarlo a algún sitio mejor.
Hay un pequeño arroyo en este lugar, pero es un arroyo frío y triste, que no trae más que agua, y que solamente pasa para llevarse los guijarros y los troncos que sujetaban.
A pesar de todo, más allá de esas colinas, bajo la sombra de los robles los ciervos pastan sin inquietud. Las liebres corren y saltan, y las flores crecen por todos los lugares.
20.5.10
Primer capítulo. (Bill Reed)
Ya soy viejo… demasiado viejo para recordar detalles precisos, pero aún me acuerdo de la lluvia, del comienzo de la primavera aún fría.
Esa tarde, en la que yo jugaba con mi tren, llegó una carta. Era extraño que las cartas llegasen a casa por mensajero, pues mi padre era cartero, pero hacía meses que no estaba en casa. Combatía en la II Guerra Mundial.
Para un niño de seis años como era yo, el saber que su padre era un soldado que estaba en el norte de África luchando contra los alemanes sólo significaba que no estaría a la hora de la cena, o las mañanas del domingo leyendo el periódico, ni volviese del trabajo para abrazar a su mujer, besar a su hija de dos años y recuperar el título de “hombre de la casa” que su amado hijo de seis había tomado como suyo gustosamente en su ausencia.
Realmente el hecho de que esa carta mencionase el fallecimiento del soldado de infantería William Reed en combate no fue exactamente un giro brutal en mi vida, sino el causante del mismo. No se puede pretender que un crío que sólo piensa en jugar con un tren de madera y con sus amigos de la escuela comprenda el sentido mismo de la muerte, o al menos lo que significa… pensándolo bien, ahora con 73 considero que no tengo mucha más idea que el pequeño que creció en Glasgow.
En ese sobre no solo llegó una carta, llegaron los llantos, la cara enferma de mi madre… sólo era consciente de que mi padre no volvería.
Pasaron algunas semanas y la vida ciertamente no había cambiado mucho para mí respecto a antes de la carta, pero mi madre seguía apagada y no mejoraba. Con Wendy y conmigo era mucho más cariñosa… necesitaba reorganizar el amor que repartía entre sus seres queridos, ahora que uno había desaparecido, pero las sonrisas que nos dirigía no ocultaban sus ojos tristes, sus abrazos en realidad le buscaban a él.
Una mañana, tras el desayuno, me dijo que ese día viajaría en tren, en un tren de verdad y que iríamos a Londres. Me emocioné de veras, ni siquiera pregunté para qué íbamos a Londres, o si volveríamos algún día. A mediodía nos subimos a esa enorme máquina, y supongo que llegamos de noche, porque el viaje fue demasiado largo. Al principio estaba feliz, la gente con sus maletas, el paisaje verde con un cielo gris que corría en sentido opuesto al nuestro, alejándonos de Glasgow… luego de Escocia… Ya enseguida me di cuenta de que el viaje no ofrecía más entretenimientos y me dormí. Dormí sin descanso, o mejor dicho sin cansancio, soñando con caballos que bailaban y escaleras cuyo final no se alcanzaba a ver. Incluso dormí plácidamente en la vivienda donde nos hospedamos esa noche en Londres.
La mañana siguiente mi madre me despertó aún más temprano que el día anterior, interesándose por mis opiniones acerca del viaje en tren. Recuerdo que le respondí que ya no quería ir más en tren, que ni siquiera quería conservar el que tenía de juguete, solamente quería volver a casa. Y ahí fue cuando me lo dijo, ahora tocaba el viaje en barco, y nunca volveríamos a casa.
De algo que de verdad no me acuerdo es del viaje en barco, sé que pasé miedo, es probable que por ese viaje no aguante bañarme en el mar… ¿quién sabe?
Tampoco recuerdo la llegada oficial, por así decirlo, a Nueva York, a Brooklyn, donde viviría hasta el ‘69. Vivimos un par de meses con la tía Harriet, hermana mayor de mi padre, a la que yo no conocía. Luego nos mudamos a un par de manzanas y mi madre se empleó de camarera en una cafetería. Ganaba lo justo, pero tía Harriet nos ayudaba económicamente cuando íbamos apurados.
Esta historia, apenas una neblina ya en mi cabeza, probablemente sea la primera de mi vida que hizo que el camino se desviase por otra senda, como si un gran árbol lo hubiera bloqueado y nos hubiéramos visto obligados a continuar por un bosque desconocido, llegando finalmente a otro camino distinto.
Claro que, tanto como presumo de haber tenido una vida llena de sucesos importantes e historias fantásticas, no puedo decir que la muerte de mi padre y mi llegada a los Estados Unidos que tan poco recuerdo sea la única.
A decir verdad, el primer capítulo de la segunda parte de mi vida, a la que pondría de título “Brooklyn”, sólo duró unos cuantos años más, hasta que cumpliese los diez y mi madre muriese, pero eso ya es otra historia…
Esa tarde, en la que yo jugaba con mi tren, llegó una carta. Era extraño que las cartas llegasen a casa por mensajero, pues mi padre era cartero, pero hacía meses que no estaba en casa. Combatía en la II Guerra Mundial.
Para un niño de seis años como era yo, el saber que su padre era un soldado que estaba en el norte de África luchando contra los alemanes sólo significaba que no estaría a la hora de la cena, o las mañanas del domingo leyendo el periódico, ni volviese del trabajo para abrazar a su mujer, besar a su hija de dos años y recuperar el título de “hombre de la casa” que su amado hijo de seis había tomado como suyo gustosamente en su ausencia.
Realmente el hecho de que esa carta mencionase el fallecimiento del soldado de infantería William Reed en combate no fue exactamente un giro brutal en mi vida, sino el causante del mismo. No se puede pretender que un crío que sólo piensa en jugar con un tren de madera y con sus amigos de la escuela comprenda el sentido mismo de la muerte, o al menos lo que significa… pensándolo bien, ahora con 73 considero que no tengo mucha más idea que el pequeño que creció en Glasgow.
En ese sobre no solo llegó una carta, llegaron los llantos, la cara enferma de mi madre… sólo era consciente de que mi padre no volvería.
Pasaron algunas semanas y la vida ciertamente no había cambiado mucho para mí respecto a antes de la carta, pero mi madre seguía apagada y no mejoraba. Con Wendy y conmigo era mucho más cariñosa… necesitaba reorganizar el amor que repartía entre sus seres queridos, ahora que uno había desaparecido, pero las sonrisas que nos dirigía no ocultaban sus ojos tristes, sus abrazos en realidad le buscaban a él.
Una mañana, tras el desayuno, me dijo que ese día viajaría en tren, en un tren de verdad y que iríamos a Londres. Me emocioné de veras, ni siquiera pregunté para qué íbamos a Londres, o si volveríamos algún día. A mediodía nos subimos a esa enorme máquina, y supongo que llegamos de noche, porque el viaje fue demasiado largo. Al principio estaba feliz, la gente con sus maletas, el paisaje verde con un cielo gris que corría en sentido opuesto al nuestro, alejándonos de Glasgow… luego de Escocia… Ya enseguida me di cuenta de que el viaje no ofrecía más entretenimientos y me dormí. Dormí sin descanso, o mejor dicho sin cansancio, soñando con caballos que bailaban y escaleras cuyo final no se alcanzaba a ver. Incluso dormí plácidamente en la vivienda donde nos hospedamos esa noche en Londres.
La mañana siguiente mi madre me despertó aún más temprano que el día anterior, interesándose por mis opiniones acerca del viaje en tren. Recuerdo que le respondí que ya no quería ir más en tren, que ni siquiera quería conservar el que tenía de juguete, solamente quería volver a casa. Y ahí fue cuando me lo dijo, ahora tocaba el viaje en barco, y nunca volveríamos a casa.
De algo que de verdad no me acuerdo es del viaje en barco, sé que pasé miedo, es probable que por ese viaje no aguante bañarme en el mar… ¿quién sabe?
Tampoco recuerdo la llegada oficial, por así decirlo, a Nueva York, a Brooklyn, donde viviría hasta el ‘69. Vivimos un par de meses con la tía Harriet, hermana mayor de mi padre, a la que yo no conocía. Luego nos mudamos a un par de manzanas y mi madre se empleó de camarera en una cafetería. Ganaba lo justo, pero tía Harriet nos ayudaba económicamente cuando íbamos apurados.
Esta historia, apenas una neblina ya en mi cabeza, probablemente sea la primera de mi vida que hizo que el camino se desviase por otra senda, como si un gran árbol lo hubiera bloqueado y nos hubiéramos visto obligados a continuar por un bosque desconocido, llegando finalmente a otro camino distinto.
Claro que, tanto como presumo de haber tenido una vida llena de sucesos importantes e historias fantásticas, no puedo decir que la muerte de mi padre y mi llegada a los Estados Unidos que tan poco recuerdo sea la única.
A decir verdad, el primer capítulo de la segunda parte de mi vida, a la que pondría de título “Brooklyn”, sólo duró unos cuantos años más, hasta que cumpliese los diez y mi madre muriese, pero eso ya es otra historia…
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18.5.10
¿Qué haces?
Ahora que lo pienso, sería difícil con todo lo escrito aquí saber quién soy, a qué me dedico y cosas así... no creo que sea hoy el día de presentarme.
Además, ¿qué más da? ¿a quién le importa?
Duermo poco, podría comer mejor, estudiar algo (más), terminar de leer ese libro, seguir el capítulo cuatro del que se supone que intento escribir, hacer que Bill Reed discuta consigo mismo... y bajar la persiana para no ver el sol que me dice que salga a la calle y deje las hojas de apuntes en la carpeta.
Se pasó tan rápido... y en verdad aún no he empezado.
Además, ¿qué más da? ¿a quién le importa?
Duermo poco, podría comer mejor, estudiar algo (más), terminar de leer ese libro, seguir el capítulo cuatro del que se supone que intento escribir, hacer que Bill Reed discuta consigo mismo... y bajar la persiana para no ver el sol que me dice que salga a la calle y deje las hojas de apuntes en la carpeta.
Se pasó tan rápido... y en verdad aún no he empezado.
14.5.10
Notas sin más.
No soy más que un producto a medias de todo lo que me gustaría ser.
Y ahora que llega el verano, todos deberíamos vestir summer dresses con Country Joe & The Fish, para bailar por la calle, que ya es hora.
Seve, no seven ni seten.
-Eso es algo que siempre me ha sorprendido de tí.
-¿El qué?
-Que siendo periodista te intereses tan poco por la actualidad.
-Bueno, a decir verdad, yo no soy ningún periodista.
Porque ya escribo por escribir, ¿por qué no?
La luna llena, y lucecitas de colores, son gamas de azules oscuros preciosos con mi sombra ahora. En claro contraste con las blancas páginas que ya no lo son.
Un tipo solitario rodeado de gente.
¡Oh, hamburguesas! la piedra angular de todo nutritivo desayuno.
Si mis cálculos no me follan, no creo que tenga hijos en la vida, ni siquiera una triste venérea.
No pido más, tres días de paz y música. Luego ya morir tranquilo, y sobre todo, feliz.
Salvia divinorum.
Me jode la gente que habla a voces, pero eso ya lo sabías ¿no?
Y ahora que llega el verano, todos deberíamos vestir summer dresses con Country Joe & The Fish, para bailar por la calle, que ya es hora.
Seve, no seven ni seten.
-Eso es algo que siempre me ha sorprendido de tí.
-¿El qué?
-Que siendo periodista te intereses tan poco por la actualidad.
-Bueno, a decir verdad, yo no soy ningún periodista.
Porque ya escribo por escribir, ¿por qué no?
La luna llena, y lucecitas de colores, son gamas de azules oscuros preciosos con mi sombra ahora. En claro contraste con las blancas páginas que ya no lo son.
Un tipo solitario rodeado de gente.
¡Oh, hamburguesas! la piedra angular de todo nutritivo desayuno.
Si mis cálculos no me follan, no creo que tenga hijos en la vida, ni siquiera una triste venérea.
No pido más, tres días de paz y música. Luego ya morir tranquilo, y sobre todo, feliz.
Salvia divinorum.
Me jode la gente que habla a voces, pero eso ya lo sabías ¿no?
9.5.10
Otro niño perdido.
Aprovechando el 150º aniversario de J. M. Barrie, autor del clásico Peter Pan, quisiera escribir de una vez la duda que acecha a mi cabeza desde hace ya varios meses.
Por todos es bien sabido que Peter Pan es un niño que vive en el país de Nunca Jamás, girando en la segunda estrella a la derecha hasta el amanecer, que puede volar sólamente con un recuerdo alegre y un poco de polvo de hada. Además, no se hace mayor, y vive jugando con los niños perdidos, luchando contra los piratas y viviendo infinitas aventuras entre indios y sirenas.
También todo el mundo conoce al malvado Capitán Garfio, archienemigo de Peter, cuyo mayor temor es el cocodrilo que se comió su mano con el reloj incluido, y el tic-tac de éste que se oye cuando la bestia está cerca.
Mi pregunta es, y agradecería enormemente una respuesta que no se me haya pasado por la cabeza, ¿No tienen el mismo miedo Peter y Garfio?
Porque... Peter no quiere hacerse adulto, y Garfio no quiere hacerse viejo.
Así que supongo que se trata de una obra que refleja el miedo por el paso del tiempo, caracterizado por el tic-tac que suena dentro de un cocodrilo dispuesto a devorarlo todo.
Otra vez, todo el mundo conocerá las versiones cinematográficas de su novela más importante, la clásica de Disney de 1953, la genial Hook de Spielberg con Robin Williams, y otras versiones de principios de la década, sin olvidarse de Descubriendo Nunca Jamás, en la que Johnny Depp interpreta al propio Barrie y se cuenta las historias que le llevaron a crear a Peter Pan.
Por todos es bien sabido que Peter Pan es un niño que vive en el país de Nunca Jamás, girando en la segunda estrella a la derecha hasta el amanecer, que puede volar sólamente con un recuerdo alegre y un poco de polvo de hada. Además, no se hace mayor, y vive jugando con los niños perdidos, luchando contra los piratas y viviendo infinitas aventuras entre indios y sirenas.
También todo el mundo conoce al malvado Capitán Garfio, archienemigo de Peter, cuyo mayor temor es el cocodrilo que se comió su mano con el reloj incluido, y el tic-tac de éste que se oye cuando la bestia está cerca.
Mi pregunta es, y agradecería enormemente una respuesta que no se me haya pasado por la cabeza, ¿No tienen el mismo miedo Peter y Garfio?
Porque... Peter no quiere hacerse adulto, y Garfio no quiere hacerse viejo.
Así que supongo que se trata de una obra que refleja el miedo por el paso del tiempo, caracterizado por el tic-tac que suena dentro de un cocodrilo dispuesto a devorarlo todo.
Otra vez, todo el mundo conocerá las versiones cinematográficas de su novela más importante, la clásica de Disney de 1953, la genial Hook de Spielberg con Robin Williams, y otras versiones de principios de la década, sin olvidarse de Descubriendo Nunca Jamás, en la que Johnny Depp interpreta al propio Barrie y se cuenta las historias que le llevaron a crear a Peter Pan.
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'P. Lavilha
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6.5.10
The End, beautiful friend.
Muchos dicen que la música ha muerto, pero no dicen por qué.
Aquí tengo la prueba. ¿Hace cuántos años que no se ve ésto en un escenario?
Aquí tengo la prueba. ¿Hace cuántos años que no se ve ésto en un escenario?
4.5.10
El Rey Lagarto.
Hace un par de meses, caminando por la calle tranquilamente con las nubes sobre mi cabeza, vi en un quiosco de lejos un DVD en cuya portada parecía estar el rostro de Jim Morrison, pero al acercarme me di cuenta de que en realidad era Val Kilmer. Esta es la increíble historia de cómo me volví conocedor de la existencia de una película dedicada al grupo The Doors, aunque centrada realmente en su líder, el inmortal Jim Morrison.
Este fin de semana aproveché para verla y... oye, mira, es interesante, ahora escucho The Doors con otros oídos, pero no deja de decepcionar; la caracterización de Val Kilmer está bastante lograda, y las escenas de conciertos son realistas al ser el sonido real con la voz del propio Jim... pero hay distintos aspectos de la película que me parecen cuando menos incorrectos. Por ejemplo, da la sensación de ser una historia algo inconexa, un barullo de sucesos de la carrera del grupo californiano, que se resuelve precipitadamente al final. Meg Ryan en el papel de Pamela Courson deja mucho que desear, y se abusa sobremanera de la música durante toda la historia. Hubo ciertas críticas dirigidas hacia el director, Oliver Stone, por no reflejar fielmente la personalidad de Jim Morrison, además de por mostrar casi exclusivamente su faceta autodestructiva y no profundizar en su lado poético.
Oliver, te has cargado a un mito.
Este fin de semana aproveché para verla y... oye, mira, es interesante, ahora escucho The Doors con otros oídos, pero no deja de decepcionar; la caracterización de Val Kilmer está bastante lograda, y las escenas de conciertos son realistas al ser el sonido real con la voz del propio Jim... pero hay distintos aspectos de la película que me parecen cuando menos incorrectos. Por ejemplo, da la sensación de ser una historia algo inconexa, un barullo de sucesos de la carrera del grupo californiano, que se resuelve precipitadamente al final. Meg Ryan en el papel de Pamela Courson deja mucho que desear, y se abusa sobremanera de la música durante toda la historia. Hubo ciertas críticas dirigidas hacia el director, Oliver Stone, por no reflejar fielmente la personalidad de Jim Morrison, además de por mostrar casi exclusivamente su faceta autodestructiva y no profundizar en su lado poético.
Oliver, te has cargado a un mito.
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