22.5.10

Tarde, tarde, tarde...

Llevaba demasiado tiempo buscando a alguien como ella, tanto, que cuando se dio cuenta de que ella era lo que buscaba ya era demasiado tarde.


En los lindes de esta aldea los árboles entrelazan sus ramas, así como sus raíces. Aquí, sin embargo, los troncos crecen aislados, con una sola hoja, sobre la que a veces, si tienes suerte, se posa una mariposa que intenta arrancarlo de la tierra y llevarlo a algún sitio mejor.

Hay un pequeño arroyo en este lugar, pero es un arroyo frío y triste, que no trae más que agua, y que solamente pasa para llevarse los guijarros y los troncos que sujetaban.

A pesar de todo, más allá de esas colinas, bajo la sombra de los robles los ciervos pastan sin inquietud. Las liebres corren y saltan, y las flores crecen por todos los lugares.

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