Algo curioso de la amistad es saber cuándo es
verdadera y sublime. Yo pensaba que mi amistad con Jim era absoluta cuando nos
vimos involucrados en un misterioso asesinato en el cual no habíamos jugado
ningún papel pero nos tocó deshacernos de los restos. Aquel cadáver pesaba
mucho y nos costó mucho esfuerzo y noches sin dormir el descuartizarlo y enterrar
los trozos por ahí. Tuvimos problemas, por supuesto, pero todo salió bien y
ninguno de los dos emitimos ninguna queja o palabras de desánimo, incluso creí
que en un tiempo nos habríamos olvidado de tan perturbadora situación, pero no
volvió a ser lo mismo, nuestra relación fue engendrando asperezas y ya apenas
podíamos hablar sin enfadarnos por cualquier cosa, saltábamos a la mínima.
Lo último que supe de mi gran amigo Jim fue que
puenteó un Volkswagen y atravesó los Pirineos en dirección a Rumanía. No espero
ninguna postal.
Y ahora, seis años después de que el baño de mi casa
se transformara en la trastienda de Satriale’s, acabo de terminar mi último
nudo, y apuro las palabras de mi última carta. No lo hago por sentirme triste
ni nada, es más, estoy extrañamente feliz y satisfecho. Supongo que me he
aburrido de mirar por la ventana y ya apenas me quedan puertas por abrir.
Ha sido divertido, de verdad, unos buenos 27 años.
Ha sido muy divertido.
Francis Pomeray, 3.5.53
4 comentarios:
todos llevamos un asesino dentro.
Al menos esta vez no fui yo.
Hablando de Jim y sus 27 por un momento creí que se trataba de Morrison.
Supongo que para poner nombre a los personajes me influyen mucho las pelis que haya visto últimamente, los libros que esté leyendo o la música que suene...
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