El muro es algo que no construimos sólo con nuestras manos,
cada insulto, cada burla, así como cada caricia y cada mirada, son otro
ladrillo más. El muro es lo que nos diferencia, es lo nuestro, y yo no quiero
que los ladrillos de mi muro sean objetos. Roger Waters dijo todo lo que yo
quisiera haber escrito. El niño creció.
El sueño terminó. Y si cada momento es un tic-tac, de los que cada uno
cuenta, tendré que seguir poniendo ladrillos, pues el último es el que mata.
Porque no es lo que pienso cuando me levanto por la mañana, es lo que aún
ronronea en mi cabeza cuando intento cerrar los ojos.
Dadme silencio. Silencio y una ventana desconocida, y puede
que así consiga traer más palabras. No estoy seguro ahora, y mis bolsillos
están vacíos.
Tengo un pequeño cuaderno de cartón donde guardo disueltas
notas y aturdidas frases manchadas de alcohol y algún que otro rayo de sol.
Tengo más de cien libros en mi estantería y ninguno lo he escrito yo. Tengo una
maleta nueva y un par de botas con cordones, y creo que no necesito ningún
sitio al que volar mientras me quede cielo.
No quiero seguir tachando días del calendario, y aún hay cosas
que no entiendo. No quiero ver buitres de acero en este cielo. No quiero gris.
Tampoco quiero un techo en mi muro.
—¿Hay
alguien ahí dentro? —dicen, pero no les importa.
—¿Hay
alguien ahí fuera? —digo yo, pero nadie contesta.
Sólo los gusanos podrán derribar
mi muro.
Inspirado en Pink Floyd: The Wall
2 comentarios:
Caigo sucumbido ante estas líneas. Como bien sabes The Wall es la banda sonora de mi vida, devoto absoluto de Pink Floyd y esta obra es maestra.
Lo has bordado.
Mil gracias, una cosa que tenemos en común.
Y sí, sabía que si alguien iba a comentar esta entrada serías tú, pero no me esperaba que te gustase tanto...
Un abrazo.
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