14.6.14

Fragmentos del libro amarillo (XXI).


         Era una máquina que funcionaba sólo si se le daba cuerda rolando un nudo que tenía en la nuca hecho de pelos autóctonos de verdad y con una suerte de mecanismo por engranajes y poleas que llegaba casi hasta las uñas. Practicaba con cerveza y nunca se le dio mal del todo aunque no sirviera para llenar más que un par de páginas o tres los días impares y, según en qué luna viviera, algún dibujo sencillo que coloreaba sólo cuando le apetecía.

         Como un pedernal soltaba chispazos a menudo, y sólo eso bastaba para hacer que todo, aunque sólo fuera por un instante no más largo que un parpadeo, resplandeciera.


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