20.1.10

Muerto de hambre.

Como Joan Miró para llegar a la surrealidad.
Me explico, la surrealidad, según los propios surrealistas, es el estado entre el sueño y la vigilia, en el que realmente se es uno mismo. Es el estado de automatismo en el que la razón no tiene cabida, y se crea de forma automática el contenido mismo del propio artista. Para llegar a este estado, los surrealistas tenían varios trucos, entre los cuales se encuentran el consumo de opiáceos u otras drogas, la hipnosis, o incluso, y esto me hace mucha gracia, el dormirse en una postura muy incómoda con un objeto en la mano que les depierte en cuanto se caiga... es decir, pintar o escribir... dejémoslo en crear, justo en el momento en que te despiertas sin llegar a despejarte.
Pero Miró no hacía eso, en sus primeros años en París, ciudad vanguardista por excelencia, pasaba tanta hambre que se tumbaba en su cama y miraba al techo, viendo en él cómo las manchas se convertían en estrellas, en planetas y sufriendo leves alucinaciones que le inspirarían en sus pinturas abstractas, como las del llamado Universo Miró.



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