Empieza el juego, quien no haya llegado ya no juega. Se precisan 1000 puntos. El primer clasificado ganará un carro blindado nuevo. Menuda suerte. Cada día leeremos la clasificación por ese altavoz de allí, al último clasificado le colgaremos un cartel que dirá: Asno. Aquí en la espalda. Nosotros estamos en el equipo de los super malos que gritan sin cesar, quien tenga miedo pierde puntos. En tres casos se pierden todos los puntos: los pierden, uno, los que empiezan a llorar, dos, los que quieren ver a su mamá, tres, los que tienen hambre y piden la merienda. ¡Nada de eso! Es muy fácil perder puntos, porque hay hambre. Yo mismo ayer perdí 40 puntos porque no pude aguantar y pedí un panecillo de mermelada. De albaricoque. Y él de fresa. Y nada de chucherías porque nosotros nos os vamos a dar, nos las comemos todas nosotros. Yo ayer me comí 20. Me duele la barriga. Pero estaban buenas. Os lo aseguro. Perdonad que me vaya enseguida pero estamos jugando al escondite y sino me tocara parar.Tremendamente emotiva esta fábula de Roberto Benigni, que además de dirigir La vida es bella (1997), la protagoniza genialmente en el papel de Guido Orefice, un judío italiano que viaja a la Toscana para abrir una librería. Ya por el camino se encuentra de forma totalmente imprevista con Dora, al caer esta en sus brazos, de la que se enamorará y tendrá un hijo, Josué.
Todo esto sucede enmarcado en la II Guerra Mundial. Los nazis se llevan a Guido y a Josué a un campo de concentración, y Dora irá voluntariamente. En este campo, para evitar que Josué sufra, Guido se inventa que es un juego, y deben de seguir unas reglas para ganar 1000 puntos y conseguir el fabuloso premio, un carro blindado nuevecito.
Es una historia con situaciones cómicas y diálogos divertidos desde el minuto 1, y, pese al dramatismo real de la historia, gracias a Guido lo podemos ver, realmente, como un juego.
Sin dudarlo ésta si que es una película de las que no hay que pasar la vida, la bella vida, sin ver.
No hay comentarios:
Publicar un comentario