1.5.11

Libros y pájaros.

¿Qué pasa con todo esto? Llevo ya un par de horas con la jodida barrita vertical parpadeando, burlándose de mí a carcajadas silenciosas en este escenario en blanco. Pego otro trago y le hago bailar, corriendo hacia la derecha hasta que se cae a la siguiente línea y sigue bajando.


Envidio a las tortugas por tener su caparazón. Envidio a aquel que caga en baños con dosel. Envidio a cualquiera que sea el blanco de tu mirada. Envidio al que no deja que el boli se tumbe y respire, al que hace que su barrita vertical sude sin parar.

¿Ahora qué? Me pregunto una y otra y otra vez. Lo que de verdad quisiera hacer se come a mi muchacho con la espada y el tornasol, y ni siquiera le dedico apenas tiempo. Y lo peor de ser tu propio jefe es que nunca te crees las excusas del todo.

Su madre está loca y aquella foto movida… creo que a Jerry no le gusta mucho subirse a las palmeras, pero tampoco parece gustarle el agua.

La única solución que encuentro es dejar que mis dedos ser revuelvan entre estas teclas que debería limpiar más a menudo, pero leí que si encuentras una solución es que no había problema… ¿o era que un verdadero problema no tiene solución posible? Da igual, es casi lo mismo. Leí también que los optimistas piensan que este mundo es el mejor que hay, mientras que los pesimistas temen que sea cierto. Entonces yo creo que soy un pesimista, pero me gusta alumbrar con mi linterna las noches sin luna, aunque a veces, inevitablemente, se quede sin pilas.

Supongo que todo esto podría estar mejor… pero fuerzo una sonrisa, porque quizá mañana esté peor. Esto también lo leí.

¿Qué más? ¡Ah, sí! Tengo un libro a medio, unos cuatro o cinco impacientes porque los lea, y otros cuantos más por ahí que me tienen que prestar. Del que desapareció… tranquila, ya no importa, porque está en mi cabeza, pero me hubiera gustado que estuviese también en la tuya. Lo que me preocupa es la cantidad de libros que no podré leer antes de morir y, ahora que lo pienso, también no poder leer los que se escriban una vez esté con Jeff en el Pub Limbo.

Trescientas ochenta y cinco. ¿Dónde está el señor de la pandereta? No tengo sueño, y no tengo ningún sitio al que ir… Ya nadie me cuenta cuentos. Mi pájaro azul… él me dijo la otra noche que estaba harto de vivir en mi pecera, que no es sitio para pájaros, que quería volar libre y cantar esa canción que se repite todo el rato en mi cerebro… yo quisiera hacerle caso… pero me faltan las fuerzas hasta para encontrar la palabra que busco.

Supongo que para encontrar algo sólo hay que buscar otra cosa… ¿Qué puedo buscar ahora?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me cago en la leche, cuenta cuentos tú que eres el niño de las palabras!

¿Qué vas a buscar ahora?
Propongo que busquemos aprender a conducir un cacharro de esos que sacan malos olores pero son útiles para viajar...
Viajar... otra buena cosa que buscar.
Busca ser constante en lo que te gusta, aunque de pereza...

Disfruta del camino en vez de obsesionarte por el sitio al que quieres llegar... ( y cuando aprendas me enseñas :)

Lo malo no es que la linterna se apagué porque se quedó sin pilas, lo horroroso sería no saber como recargarlas.


Me encanta estar cerca de este pájaro paraiso,
aunque él no se de cuenta de lo hermoso que es y choque con los cristales de la pecera por temor a volar...
De momento.



Por cierto, no me seas ganso que en mi casa siempre tienes un hueco donde imaginar bosques si necesitas un sitio al que ir.