14.5.11

Que se me ha ido el sol.

Creo que no es mi culpa… si a veces mi sangre se pone negra y el aire de mis pulmones es una nube tóxica, si a veces soy el muñeco de un futbolín siempre enganchado a una barra a merced de lo que ordenen manos sudorosas de muñecas entrenadas.

Quiero quedarme aquí, ir a ningún sitio. Porque lo que busco estará en el lugar que no elija, y ni los árboles ni los búhos pueden cantarme al oído para que pueda dormir con una sonrisa.

Fue la solución, una pluma agitándose en el viento y yo escuchando sus notas, una cerveza y otra y otra y otra con gotas de whisky y tinta en la carne. Acostarme después de una luna que no quiere mirarme a los ojos… pues yo también estoy mal, que se me ha ido el sol.

No sé ni por qué me pongo así… supongo que todos tenemos derecho a sentirnos tristes de vez en cuando… que los bolígrafos corran y salten no significa que me gusten mis palabras ahora… hoy sólo odio esos rayos y truenos por no haber llegado antes, y porque mi quetzal se asusta y se pone a temblar entre mis hígados.

Tengo miedo. Miedo porque nada de lo que me imagino se cumple… y a ti te he imaginado demasiadas veces.

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