Me senté frente al ordenador y escribí un par de palabras
mientras distraía mi mirada con cada objeto que participaba del caos de mi
escritorio. Afuera llovía, y el sol se ocultaba tras una cortina gris.
—¿Escribes? —me preguntó Claire desde el sofá, llevaba el
pelo recogido y las gafas de leer, entre sus manos tenía un desgastado ejemplar
de La hojarasca de García Márquez que
yo mismo le había regalado un par de años atrás. Me encantaba verla ahí, con
aquella luz, su forma de pasar las páginas, su forma de preguntarme sobre qué
escribo, su forma de sonreírme.
—Pues hace mucho que no —contesté tras una pausa—, creo que
estoy tan cómodo aquí en casa contigo que no necesito imaginar nada… como si la
desdicha fuese mi verdadera inspiración.
Vi la decepción en su rostro, no por el hecho de que no
estuviera escribiendo, sino por sentirse culpable por mi sequía creativa. No
era mi intención, todo lo contrario, pero no encontré palabras para arreglarlo.
Pensé en que quizás debía tumbarme con la cabeza en su regazo y disculparme con
una mirada vidriosa… no sé por qué no lo hice. En su lugar me quedé sentado con
la mirada perdida.
¿Y no será que quizás deba estar solo? ¿Y si toda una vida
llena de relatos y fantasía no resulta tan grata como la que me aguarda en
aquel sofá junto a la ventana?
Fue entonces cuando apagué el ordenador y suspiré aliviado. —Espera
—me dije en silencio—, no pienses en los extremos, recuerda eso que ponía en
aquel libro… ¿cómo era? —busqué en el primer cajón mi cuaderno de citas.
«Los extremos son frontera tras la cual termina la vida, y la pasión por el extremismo en el arte y en la vida es una velada ansia de muerte».
Así que me acurruqué junto a Claire y me olvidé de las
palabras que no llegaban… ya lo harían mañana quizá.
4 comentarios:
Dí que sí, la gente confunde vivir el momento con vivir al límite, o vivir deprisa...
¿De quién es la cita? Mola.
Es verdad que cuando estás jodido el impulso de escribir es más fuerte y placentero, pero cuando estás bien lo haces con más equidistancia.
Hay que disfrutar de esos momentos de sofá, también son esquivos y ya habrá tiempo para las palabras...
Es de Milan Kundera en "La insoportable levedad del ser" (lo recomiendo).
Leímelo años atrás, no tenía guardada esta cita...
Publicar un comentario