La otra noche me fui al pub para despejarme la cabeza de una
semana dura de trabajo con una buena pinta tibia. El viejo Seamus estaba
sentado al lado. Seamus era un viejo irlándes, un viejo charlatán de cabellos
disparados en blancos mechones que antaño fueran como el joven óxido. Me miró
fijamente con sus viejos ojos verde pálido y me dijo:
—Te voy a contar la historia de un hombre pequeño… si puedo…
un gnomo llamado Grimble Crumble. Un jodido y pequeño enano cabrón. Se pasaba
los días en mi jardín, comiendo mi comida y bebiendo mi vino. Se echaba la
siesta en mi hierba y cagaba en mis rosales. Por la noche era peor, trajinaba con
mis somnolientas ocas. El hijoputa llevaba una túnica escarlata y una capucha
azul verde, algo sucias, pero parecían bastante buenas. Y el cabrón seguía
comiendo y bebiendo y durmiendo en mi jardín, y cagando en los rosales y jodiendo con mis ocas, y yo no podía hacer nada ¿entiendes? ¡Es un gnomo! No podía hacer
nada…
—¿Y qué pasó con aquel… gnomo? —pregunté tras un buen trago
de mi pinta de stout.
—Pues que un buen día… ¡Hurra! El gnomo había desaparecido
¡Oomray! así dije, así es como dicen “¡hurra, qué bueno!” los gnomos ¡Oomray!
—¿Ah sí? —pregunté desinteresado en el relato del viejo.
—¡Sí! Me dije: ¡Mira al cielo, mira al río! ¿No son cosas
buenas? ¡Oomray!
—Supongo que lo son —contesté con una sonrisa—, siempre y
cuando no haya por ahí algún gnomo que se cague en tus rosales.
—¡Oomray!
—¡Oomray!
4 comentarios:
Pero... ¿lo de las ocas era consentido por ellas o no?
La verdad es que no lo sé... pero supongo que a nadie le gusta que un gnomo cabrón joda con sus ocas.
hahahaha que gnomo tan mas cretino eh. Me gustan tus relatos, y supongo que el dibujo es tuyo (de vos pues). Quiero mas de esto.
Alguna vez soñé contigo, y aunque o se quien seas, como que si me imagino como eres.
Un abrazo.
Muchas gracias, Lors, no sé qué puedo contestar a eso...
Y no, el dibujo no es mío.
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