25.11.13

Fragmentos de la prisión de Folsom.

(…) No siempre reina el silencio en mi oscura y húmeda celda, a veces oigo el tren a lo lejos, lejos de estas paredes olvidadas por el sol. Está doblando la curva ahora y silba soltando bocanadas de vapor entre las chispas de los raíles y el humo de las máquinas manchadas de aceite y hollín. Silba y pasa con su incansable percusión, llevándose consigo el tiempo hacia San Antone, mientras yo sigo aquí. (…) —Mamá te lo dijo, Ray, no juegues con pistolas, Ray, sé un buen chico. ¿Has sido un buen chico, Ray? ¿Qué ocurrió en Reno? —Disparé a un hombre sólo por verlo morir, y cuando el último aliento salió de su pecho por la boca y el agujero de bala me deshice en llanto como un niño.  (…) Apuesto a que el tren a San Antone tiene un vagón restaurante lleno de gordos ricachones bebiendo café, derramándoselo por sus blancas camisas, fumando buenos habanos. Una, dos, tres, cuatro son las paredes que me atrapan, sin olvidarse del techo que me cubre y el suelo que me mantiene. No voy a ser libre. Pero todo lo demás ahí fuera está en ese tren, rumbo a San Antone. Eso es lo que me tortura.  

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