—Conocí conocí
a un tipo —dijo García desde el taburete frente a la barra—, creo que se
llamaba Baum o algo así, era astromecánico, se dedicaba a arreglar estaciones
espaciales y esas cosas. Me contó —dio un largo trago a su vaso de vino— que
una vez estaba ajustando unos paneles y toqueteando unos manguitos a gravedad
cero, con su traje de astronauta y todo, cuando vio pasar a un oso hormiguero con
escafandra flotando por ahí. Eso me ha hecho pensar… ¿Cuántos osos hormigueros
estarán en órbita en este mismo momento? o sin ir más lejos ¿Quién será el que
les pone todas esas escafandras adaptadas? Hay tantas preguntas y tantas respuestas
que no existen… Es como aquello de si un árbol cae en medio del bosque y no hay
nadie para oírlo, pero así con todo —apuró los últimos sorbos de vino y pidió
otro— ¿Qué me importan a mí, después de todo, los osos hormigueros estén donde
estén? ¿Sabes? Tal vez para un biólogo amazónico pueda resultar un tema de una
trascendencia terrible, pero para mí, que sólo soy un humano que está aquí,
ahora, contigo, hablándote de todo esto, no deja de ser más que una mera
anécdota curiosa que no cambiará tu vida lo más mínimo, si acaso en que a
partir de ahora podrás decir que conociste conociste a un tipo que conoció
conoció a un tipo que era astromecánico y no sólo eso, sino que además vio a un
oso hormiguero flotando a cuatrocientos kilómetros sobre la Tierra que, por si
fuera poco, llevaba escafandra. Es tan difícil y al mismo tiempo tan sencillo
explicar todo esto… Quiero decir que nada importa de veras, si acaso unas
cuantas cosas como el amor y la felicidad y el poder llevarse algo a la boca de
vez en cuando. Incluso se podría prescindir de las dos primeras si uno se
conforma con la supervivencia neta. El caso es: ¿Por qué preocuparse entonces? Si
puede haber osos hormigueros en el Espacio, quién te dice que no puede haber
uno justo detrás de ti justo ahora, o tal vez uno muy pequeño alojado en tu cerebro
o en tu menisco, quizá cientos ¿Pero sabes qué? Si uno ha de preocuparse por
los osos hormigueros también tendría que hacerlo por la recogida de basura y a
nadie le gusta tratar con todo eso. Y no les culpo, a mí también me gusta
pensar que soy hijo del viento y los ríos criado por árboles y ovejas y lobos,
con el mismo fuego aquí en el pecho que el que hace arder el Sol, y cuando
pienso estas cosas me olvido de todos los osos hormigueros o baobabs que puedan
estar flotando o creciendo por ahí y se me pone una sonrisa joroschó.
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