ACTO PRIMERO
ESCENA PRIMERA
Hora
crepuscular. POLICARPO barre ante sí, sin
mirar al suelo. No hay nadie en El Diapasón esta noche; todos lloran la muerte
de BOSSE-DE-NAGE, irremediablemente decapitado
por las aspas del ventilador del techo.
POLICARPO
¡Mierdra!
ESCENA SEGUNDA
El DOCTOR
ORANGJO aparece a estribor, lleva media
chaqueta colgando del codo y un maletín roído que deposita sobre la barra. Se
mesa una desgañitada barba del centésimo sexagésimo quinto matiz del Barón
Pantone y va a apoyarse en la barra frente a POLICARPO que, entretanto, había estado preparando una botella de La Poderosa
para el doctor.
POLICARPO
¿Qué tiene,
doctor?
DOCTOR
ORANGJO
Esta vida.
POLICARPO
No exageres, hombre, no será tan
grave. Por esta barra han pasado toda clase de despojos y te aseguro que tú no
eres de lo peor que he visto; tú, al menos, tienes una carrera.
DOCTOR
ORANGJO
Sí, puede ser… no sé. ¿A dónde me ha llevado?
Estoy como al principio. Quiero decir… Me ha crecido la barriga, hace semanas
que no me afeito, y mira estas sienes, cómo empieza a empalidecérseme el pelo.
He vuelto a fumar más veces de las que lo dejé, apenas leo, y mi pieza parece
una pieza de un motel cualquiera, toda vacía de identidad y con esa sutil
película de permamugre que no sale ni con los dientes, créeme, traté con todo.
POLICARPO
Podrías probar con gel de tilacino; con sólo
un par de gotas, te limpia hasta los pecados. Yo lo usaba para quitar las heces
corrosivas de Bosse-de-Nage de las paredes y, ya ves tú, apenas se aprecian los
contornos. De todas formas, aquí nadie viene a fijarse en las paredes, más bien
lo hacía por la peste, y por no convertir El Diapasón en una gruta de guano de
cinocéfalo.
DOCTOR
ORANGJO
Sí, ya decía yo que esto estaba muy
silencioso. La verdad, nunca supe cómo podías soportar a ese macaco repugnante
pululando por aquí noche y día, lanzando cacas en todas direcciones y jodiendo
la cadencia de cada conversación con el hiato inmundo de su boca.
POLICARPO se da la vuelta, su rostro permanece impertérrito y hace como que hace
otra cosa.
El DOCTOR ORANGJO ha estudiado, y también ha ejercido tantos años que ya son más de los
que ha vivido. Ha escrito decenas de tesis y cientos de artículos publicados en
revistas específicas. Ha tratado a más de tres mil pacientes y unos cuantos
afirman haber sanado. El DOCTOR ORANGJO
no sabe gran cosa acerca de nada.
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