9.11.16

La Torre (Acto I; Escenas I, II).

ACTO PRIMERO

ESCENA PRIMERA

Hora crepuscular. POLICARPO barre ante sí, sin mirar al suelo. No hay nadie en El Diapasón esta noche; todos lloran la muerte de BOSSE-DE-NAGE, irremediablemente decapitado por las aspas del ventilador del techo.

POLICARPO
                ¡Mierdra!



ESCENA SEGUNDA

El DOCTOR ORANGJO aparece a estribor, lleva media chaqueta colgando del codo y un maletín roído que deposita sobre la barra. Se mesa una desgañitada barba del centésimo sexagésimo quinto matiz del Barón Pantone y va a apoyarse en la barra frente a POLICARPO que, entretanto, había estado preparando una botella de La Poderosa para el doctor.

POLICARPO
                ¿Qué tiene, doctor?
DOCTOR ORANGJO
                Esta vida.
POLICARPO
No exageres, hombre, no será tan grave. Por esta barra han pasado toda clase de despojos y te aseguro que tú no eres de lo peor que he visto; tú, al menos, tienes una carrera.
DOCTOR ORANGJO
Sí, puede ser… no sé. ¿A dónde me ha llevado? Estoy como al principio. Quiero decir… Me ha crecido la barriga, hace semanas que no me afeito, y mira estas sienes, cómo empieza a empalidecérseme el pelo. He vuelto a fumar más veces de las que lo dejé, apenas leo, y mi pieza parece una pieza de un motel cualquiera, toda vacía de identidad y con esa sutil película de permamugre que no sale ni con los dientes, créeme, traté con todo.
POLICARPO
Podrías probar con gel de tilacino; con sólo un par de gotas, te limpia hasta los pecados. Yo lo usaba para quitar las heces corrosivas de Bosse-de-Nage de las paredes y, ya ves tú, apenas se aprecian los contornos. De todas formas, aquí nadie viene a fijarse en las paredes, más bien lo hacía por la peste, y por no convertir El Diapasón en una gruta de guano de cinocéfalo.
DOCTOR ORANGJO
Sí, ya decía yo que esto estaba muy silencioso. La verdad, nunca supe cómo podías soportar a ese macaco repugnante pululando por aquí noche y día, lanzando cacas en todas direcciones y jodiendo la cadencia de cada conversación con el hiato inmundo de su boca.

POLICARPO se da la vuelta, su rostro permanece impertérrito y hace como que hace otra cosa.

El DOCTOR ORANGJO ha estudiado, y también ha ejercido tantos años que ya son más de los que ha vivido. Ha escrito decenas de tesis y cientos de artículos publicados en revistas específicas. Ha tratado a más de tres mil pacientes y unos cuantos afirman haber sanado. El DOCTOR ORANGJO no sabe gran cosa acerca de nada.

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