Conocí conocí a Charles en su novela Cartero, en la que narraba su vida como
cartero entre los años 50 y 60. Desde el principio me fascinó su prosa mordaz,
su sucio lenguaje, su misantropía, su alcoholismo… pasaron los meses y llegó a
mis oídos la celebración de un homenaje que se le rendiría en La Caja Negra de
Oviedo, estuve a punto de no ir por no tener amigos entonces que compartieran
mi gusto por este tipo de literatura, pero al final me armé de valor para ir a
un bar solo y crucé la vidriada puerta que me separaba del público portador de
libros y cervezas, quizá alguna copa de vino. Recuerdo quedarme asombrado con
ese ambiente, desconocido para mí, mirar absorto la pantalla en la que se
proyectaban imágenes de Bukowski paseando
en un descapotable por las calles de Hollywood, deleitarme al ver a gente
compartiendo libros y charlar animosamente. Sin embargo aún era tímido –mucho más
que ahora– y me limité a tomarme una cerveza en el fondo del local mientras
escuchaba el recital de poesía. ¿Qué año sería, 2008? El pájaro azul fue leída repetidas veces y seguramente sea mi
poesía favorita, no sólo de Hank sino de todas las que he podido leer –que,
sinceramente, no son demasiadas–.
Y ahora, cuatro años después, dieciocho desde su
muerte, tras haber leído tantas novelas, relatos y poemas veo a Bukowski como un autor
crucial para comprender un poco más la sociedad del siglo XX, el aislamiento
voluntario, la suciedad de los hombres… y, aunque mi forma de ser tiende ya a
buscar la felicidad, sólo por hoy tendré como lema su epitafio…
DON’T TRY
2 comentarios:
Amen.
Sr. Chinaski
Gracias.
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